Nanobiotecnología, apuesta ganadora
En 1959, el físico y premio nobel Richard Feynman lanzaba un sugerente reto tecnológico: el diseño y fabricación de dispositivos y máquinas microscópicas capaces de realizar todo tipo de funciones.
En esta conferencia, que se considera el nacimiento de la nanotecnología -la tecnología de lo minúsculo-, Feynman se refería a los sistemas biológicos como ejemplo a imitar por los ingenieros: "Las células son muy pequeñas, pero muy activas, fabrican numerosas sustancias, se desplazan, se agitan y hacen todo tipo de cosas maravillosas, todo a muy pequeña escala". Esto ocurría el mismo año en que otro investigador, el profesor Severo Ochoa, recibía el Premio Nobel por sus contribuciones a otra ciencia entonces incipiente, la biología molecular, y sentaba las bases de la moderna biotecnología -la tecnología de la vida- junto con otros científicos de su generación.
Lo nano y lo bio -la posibilidad de manipular lo minúsculo y lo vivo- son por tanto aproximaciones tecnológicas gemelas, que nacieron (o renacieron) al mismo tiempo, que se emulan mutuamente desde su origen y que, cada vez más, se complementan.
Ambas se han convertido en iconos de la tecnología contemporánea y su convergencia e hibridación, en lo que se conoce como nanobiotecnología, es una prioridad de la investigación de frontera a escala internacional, así como un fructífero campo para emprendedores tecnológicos.
España no sólo no es ajena a esta convergencia nano-bio, sino que compite para formar parte de los países líderes en este ámbito. Por este motivo, la nanobiotecnología ha estado muy presente en toda la actividad internacional desplegada por el Ministerio de Ciencia e Innovación desde su creación en el año 2008.
A principios de este mes de septiembre, y en el contexto de la visita del presidente del Gobierno a Japón, cerramos un importante acuerdo para el desarrollo nanobiotecnológico con el Gobierno japonés. Una semana más tarde nos desplazábamos al otro extremo del planeta para estrechar nuestros vínculos con una institución que es líder mundial, el Brookhaven National Laboratory de Nueva York, cuyo centro de nanotecnología está dirigido por Emilio Méndez, científico español y premio Príncipe de Asturias. Además, hemos puesto en marcha el Laboratorio Ibérico de Nanotecnología de Braga, con voluntad de convertirlo en una de las mayores instalaciones de nanotecnología de Europa: un centro internacional impulsado conjuntamente por los Ejecutivos de España y Portugal, que cuenta ya con terceros países interesados en incorporarse.
En paralelo, hemos facilitado la conexión e integración de las capacidades científicas y tecnológicas dispersas por toda España, lanzando actuaciones como la Plataforma Española de Nanomedicina o el Centro de Investigación Biomédica en Red en Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (Ciber-BBN), que agrupan a un gran número de grupos de investigación españoles, tanto de universidades como de hospitales y centros tecnológicos.
Hablar de nanobiotecnología es hablar de soluciones reales que tendremos muy pronto a nuestro alcance. Medicamentos inteligentes, por ejemplo, capaces de actuar de forma teledirigida (pensemos, por ejemplo, en quimioterapias más eficaces, que atacan más selectivamente a las células tumorales, minimizando los efectos secundarios). También serán nanobiotecnológicos muchos alimentos del futuro, ropas que incorporan tejidos funcionales, sistemas de protección o recuperación ambiental y dispositivos de comunicación integrados en nuestro propio organismo, con aplicaciones médicas, deportivas o incluso lúdicas.
No se trata de ciencia ficción, sino de una oportunidad industrial clara que nuestro sector biotecnológico, un sector que en plena crisis sigue creando empleo y riqueza, va a saber aprovechar.
Seguirá contando para ello con todo el apoyo del Gobierno de España. Un Gobierno que ha invertido más de 1.000 millones de euros desde 2005 en proyectos de I+D biotecnológica, que con sus políticas ha triplicado el número de empresas biotec y que, en el área particular de la nanobiotecnología, ha colocado a España en el mapa mundial.
Los proyectos en marcha tienen nombres y apellidos. Iniciativas de investigación de frontera como Nanobiomed o Nanomol, por citar las dos más destacadas, así como proyectos de orientación empresarial igualmente pioneros, como Nanofarma, Oncnosis, Oncologica, Neogenius y CeyeC. Hablamos de cinco proyectos Cenit liderados por otras tantas empresas españolas que, por sí solos, movilizan cerca de 200 millones de euros de inversión y que permitirán a todas las empresas y centros de investigación participantes mejorar su posición en el emergente mercado mundial de la nanobiotecnología. Ellos son los verdaderos protagonistas de esta apuesta ganadora para el conjunto de la economía española.
Cristina Garmendia. Ministra de Ciencia e Innovación