La banca china ante el caos
El regulador bancario chino quiere demostrar que es más estricto que sus homólogos europeos. Después de que la banca pasase un test basado en una caída del 30% del precio de la vivienda, ahora pretende ver si aguantaría un desplome del 50%. Semejante descenso, poco probable, sería muy doloroso para China y el resto del mundo. Pekín merece reconocimiento por afrontar semejante examen.
El endeudamiento en el país se ha convertido en una preocupación para el sistema financiero. Las hipotecas crecieron un 48% en 2009, casi cinco veces el crecimiento económico. No obstante, el apalancamiento global sigue bajo, y la hipotecas han sido tradicionalmente activos seguros. Pero un gran incremento en el precio de la vivienda ha estrechado las garantías de los compradores y un colapso de los precios ha generado preocupaciones sobre un duro aterrizaje de la economía.
Un descenso del 50% golpearía duramente a China. La inversión inmobiliaria alcanza el 22% del total de la inversión y equivale al 10% del PIB, según Merrill Lynch. Una caída del mercado dañaría al sector de materiales de construcción y, lo que es peor, afectaría la confianza del consumidor. Y tendría consecuencias en la economía mundial. La buena noticia es que no generaría una subprime Made in China, aunque hubiese una dura corrección. Los bancos han exigido por adelantado el 20% de los pagos y para las terceras viviendas, el regulador quiere elevarlo al 60%.
Sin embargo, el aumento de impagos puede exigir una nueva ronda de recapitalización. Una morosidad del 14% en hipotecas acabaría con los ingresos que la banca obtuvo en 2009. Pero Pekín resistiría el golpe: esa morosidad del 14% apenas supone el 40% de las reservas de divisas. Los bonistas pueden estar tranquilos, pero los accionistas quizá precisen un buen corte de pelo.
La idea de que Pekín quiera someter a su banca a un test tan extremo pone nerviosos a los inversores. Pero quizá sea peor que las autoridades se estén preparando para lo peor.
Por Wei Gu