La hoja de ruta bancaria
Tras cada batalla hay que reunir fuerzas para afrontar la siguiente. Así se dirime la salida de la crisis de la economía española. Aun cuando es pronto para hacer valoraciones definitivas, la de los test de estrés parece una batalla que se ganará y que, en términos relativos, se ha peleado en buena lid, con significativa transparencia y con la participación de un conjunto muy representativo del sector bancario español. Los resultados pueden contribuir a restaurar la calma y la confianza, con indicios favorables como reducciones significativas del riesgo país que pueden tener, de una vez por todas, un efecto positivo no sólo en los precios de la deuda, sino también en las cantidades, pudiendo ayudar a una progresiva reactivación del crédito.
Además, como elemento distintivo de nuestro país con respecto a Europa, España tiene un plan, una hoja de ruta para la reestructuración de su sistema financiero. Es posible que aparezcan baches o se tenga un traspié pero ya están puestos los mecanismos para solventarlos. La reforma financiera ambiciosa de nuestro país -junto al resto de medidas económicas adoptadas- empieza a ser valorada positivamente por los mercados e inversores.
En todo caso -y considerando estos indicios positivos- aún quedan muchos desafíos que afrontar para restaurar la calma y para lograr reducir el credit crunch y hacer fluir el tan deseado crédito desde un entorno de mayor estabilidad financiera. En la transición hasta el punto en que nos encontramos afrontando estos desafíos, el sector bancario pasó por lo que ya algunos llaman el FROB I, en el que se fijaron las reglas para diseñar la reestructuración y los procesos de integración resultantes hasta finales del pasado mes de junio.
Ahora llega la concreción de la misma, el FROB II, cuyo inicio podríamos fijar en el Real Decreto-Ley 11/2010, de reforma de cajas de ahorros (convalidado por el Congreso el 21 de julio). Ahora pasamos, por lo tanto, a una nueva prueba, la fase de concreción y consolidación de la reestructuración bancaria. Se trata, a fin de cuentas, del test de la gestión individual, que discriminará más que nunca entre entidades. Y es que los intermediarios financieros y, de forma destacada, las cajas que protagonizan las integraciones, tendrán que afrontar, al menos, cuatro retos importantes.
El primero, la salida a los mercados de capitales para reforzar la solvencia. Surgirán muy probablemente necesidades y posibilidades de ampliación de capital acudiendo a emisiones y ampliaciones de fondos propios, que para muchos intermediarios financieros (algunas cajas, entre otros) se podrían poner en práctica ya a la vuelta del verano.
El segundo reto es mejorar el acceso a los mercados monetarios y de bonos. La reducción del riesgo país y el aumento de la confianza parecen estar contribuyendo positivamente en este frente. Algunas grandes entidades se han lanzado ya a realizar emisiones significativas de deuda, que han colocado con cierto éxito. A ellas seguirán otras de menor tamaño e, incluso -como han avanzado algunos medios de comunicación anglosajones- el propio ICO, con una emisión histórica de bonos de empresa respaldados por sus líneas de crédito.
El tercer reto, el redimensionamiento de la red (reducir oficinas y personal) y la realización de las sinergias de las fusiones y los SIP mediante una adecuada planificación. Esta será una dura prueba individual de gestión y diligencia que marcará el devenir de las entidades en los próximos años.
El cuarto desafío, no menos importante, aunque no se oye hablar tanto de él estos días, es la definición de un nuevo modelo de negocio para el futuro, de diversificación de actividades y mercados. Y es que una vez curado al paciente, este tiene que volver a andar por sí sólo y la crisis ha mostrado caminos por los que será difícil volver a transitar. En particular, existen aún riesgos importantes con los que el sector tendrá que lidiar aún durante un tiempo, entre los que destaca, por su importancia cuantitativa y cualitativa, la exposición inmobiliaria. Para llegar a estos nuevos mercados y negocios, las entidades podrían estar planteándose dar una nueva vuelta de tuerca a la evaluación de proyectos de inversión, especialmente para pymes y para empresas en sectores innovadores, incluyendo proyectos de capital riesgo.
Se trata de unos meses de transformación fundamental para el sector bancario. Cuanto mejor se especifiquen las reformas y se materialicen los esfuerzos ya realizados, menos difícil será el saneamiento del sector bancario y más fácil que fluya el crédito y con él, la inversión y una recuperación más sostenible.
Santiago Carbó Valverde. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y consultor del Banco de la Reserva Federal de Chicago