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Columna
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Rusia se la juega con las infraestructuras

Las ruinosas infraestructuras rusas necesitan enormes inversiones y reformas. En cambio, el Gobierno está recortando, lo que les puede costar muy caro. En la Unión Soviética las obras de infraestructuras eran siempre una prioridad. Sin embargo, durante la depresión que sucedió a la desintegración de la URSS, la financiación se evaporó casi por completo. Y la escasez continuó durante el posterior auge económico propiciado por el boom del petróleo.

Parecía que todo iba a cambiar. Las autoridades entusiasmaron a los inversores con promesas de billones de dólares en carreteras, ferrocarriles, puertos y servicios públicos para compensar años de abandono. Pura ilusión. El Banco Mundial señala que Rusia sólo invertirá este año el 1,9% de su PIB en carreteras, por debajo del ya escaso 2,5% del año pasado. China supera el 5% en transporte. Rusia cuenta con pocas carreteras modernas y la mitad de su red no cumple con los mínimos de calidad.

Las autoridades culpan de los recortes a la crisis. Sin embargo, muchos países, incluido China, utilizan las obras públicas para estimular sus economías durante la desaceleración. El Gobierno ruso, sin embargo, tiene otras prioridades. Está impulsando masivamente el gasto social, por miedo a una masa descontenta. Así pues, parece que las carreteras y el ferrocarril tendrán que esperar.

Y todo apunta a que irá para largo. Frente a un insalubre déficit fiscal, las autoridades rusas están aplicando el hacha una vez más sobre las inversiones a largo plazo. El ministro de Finanzas, Alexei Kudrin, ha pedido un recorte de más del 20% de la inversión pública en los próximos tres o cuatro años.

Cierto que la corrupción y el despilfarro atenazan las inversiones en Rusia. Razonablemente, el Gobierno quiere una mayor aportación de la inversión privada, pero las leyes para favorecerla se desarrollan con penosa lentitud. Además, es obvio que se precisa más dinero público. Sólo la red viaria requiere 160.000 millones de dólares anuales durante la próxima década, según estima el banco de inversiones ruso Sberbank. Por contra, el presupuesto federal aportó este año 10 millones de dólares.

La insuficiente inversión en carreteras es patente, con colapsos de tráfico en las principales ciudades y largas caravanas en las carreteras que las unen. Muchos centros públicos datan de la época soviética y están a punto de sucumbir. El país está viviendo un tiempo prestado.

Por Jason Bush

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