Los ratings resisten la crisis
La crisis financiera y la recesión económica han sido la prueba de estrés más severa de las últimas décadas para los ratings crediticios. Sin embargo, en contra de la opinión general, los ratings han resistido bien estas duras condiciones y han cumplido su función de ser una referencia para el mercado del riesgo de crédito de un título o emisor.
Se ha dicho y escrito mucho sobre el valor de las calificaciones crediticias durante los últimos dos años, pero la mejor prueba de su eficacia a la hora de identificar el riesgo crediticio es su historial de impagos. Este historial se mide objetivamente mediante estudios que muestran la correlación a lo largo del tiempo entre diferentes niveles de calificación e impagos.
La cuestión clave aquí es si las calificaciones clasifican de forma efectiva el riesgo de impago de una entidad, emisor o título. En otras palabras, los títulos calificados con ratings altos, ¿muestran generalmente niveles de impago bajos y mayor estabilidad que los créditos con ratings más bajos?
Hemos reconocido que el comportamiento de las calificaciones en dos áreas específicas, las titulizaciones respaldadas por préstamos hipotecarios residenciales en EE UU (RMBS, por sus siglas en inglés) y las titulizaciones de préstamos o bonos corporativos también de EE UU (collateralized debt obligations, CDO) más recientes ha sido decepcionante y hemos adoptado medidas importantes para solucionarlo. Sin embargo, en el resto de áreas, las calificaciones de S&P se han comportado bien en general.
Nuestro último estudio global de impagos corporativos lo corrobora claramente. En un entorno extremadamente difícil, con 264 impagos entre empresas e instituciones financieras en 2009, el comportamiento de los ratings de S&P continúa siendo adecuado. Los ratings en grado de inversión siguen mostrando niveles de impago mucho más bajos que las calificaciones en grado especulativo.
æscaron;nicamente el 0,32% de las entidades calificadas en grado de inversión a principios de 2009 impagaron el año pasado, en comparación con el 9,33% de aquellas en grado especulativo. De hecho, el 86% de todas las compañías que impagaron en 2009 recibieron una calificación inicial por parte de S&P de BB- o inferior.
Algo similar ocurre con las calificaciones de productos estructurados en Europa. Mientras que el precio de mercado de muchas de esas obligaciones se ha visto reducido durante el curso de la crisis, su comportamiento crediticio, que es lo que valoran nuestras calificaciones, ha evolucionado, en gran parte, de acuerdo con nuestras expectativas. Los índices de impago han sido muy bajos, incluso entre aquellas obligaciones con unas calificaciones originales más bajas.
Por supuesto, un rating alto no es una garantía de que el emisor o la emisión de una deuda no impagarán en el curso del tiempo. La solvencia puede cambiar, y de hecho lo hace, a menudo a causa de situaciones inesperadas e impredecibles. Incluso un pequeño número de los créditos que originalmente recibieron la calificación de AAA han impagado durante el paso de los años. No obstante, lo cierto es que, en general, según muestra el rendimiento histórico, las calificaciones más altas son menos propensas a los impagos y tienden a ser más estables que las calificaciones más bajas. Esto es lo que los inversores esperan de los ratings de S&P y, a excepción de las RMBS y los CDO en EE UU durante los últimos tres años, esto es lo que les hemos proporcionado.
Además, los inversores también quieren calificaciones que puedan compararse por clases de activos, ámbitos geográficos y a lo largo del tiempo. Por esto hemos empezado a utilizar escenarios de estrés como herramienta para calibrar nuestros criterios, a fin de mejorar la comparabilidad de las futuras calificaciones.
Estos escenarios representan condiciones hipotéticas, dependiendo de cada categoría de rating. Por ejemplo, utilizamos un escenario de estrés económico extremo, del mismo nivel que el vivido durante la Gran Depresión, en el caso de calibrar una AAA. Y esperamos que los créditos con rating AAA puedan ser capaces de soportar ese nivel de estrés sin que se produzca un impago (aunque, por supuesto, su calificación podría bajar).
También hemos revisado nuestros criterios para la asignación de ratings a RMBS y CDO en EE UU. En general, creemos que esos cambios de criterio dificultarán que asignemos calificaciones altas a las obligaciones o emisores de sectores que en el pasado reciente han mostrado un comportamiento crediticio malo. Dichos cambios están motivados por nuestro objetivo global de facilitar unos ratings comparables tanto en sectores y regiones geográficas como a través del tiempo.
En conclusión, con la excepción de las RMBS y CDO de EE UU, nuestras calificaciones han respondido positivamente y de forma comparable durante la crisis financiera. Y creemos que los cambios que hemos realizado en nuestros criterios para los sectores más débiles deberían mejorar más aún la futura comparabilidad de todas las calificaciones.
Tony Angel. Responsable de Standard & Poor's para Europa, Oriente Medio y África