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Barroso II cumple 100 días en blanco

José Manuel Barroso cumple hoy los primeros 100 días de su segundo mandato al frente de la Comisión Europea. Y lo hace con un expediente tan vacío como una agenda recién estrenada. Ni el presidente ni sus comisarios han presentado ninguna iniciativa relevante. Y el organismo comunitario, desbordado por la crisis financiera que no cesa, se ha dejado arrebatar todo el liderazgo por iniciativas nacionales a las que siempre reacciona pidiendo más coordinación.

El período de gracia del primer mandato de José Manuel Barroso al frente de la Comisión Europea (2004-2009) ya se caracterizó por el pragmatismo y el desbarajuste. Dos señas de identidad que al final del lustro se invirtieron para acabar en un auténtico descontrol que dejó al organismo comunitario más de tres meses en funciones y sin apenas capacidad de actuar.

El limbo legal terminó el 9 de febrero cuando la Comisión Barroso II recibió, por fin, el visto bueno del Parlamento Europeo. Al día siguiente, el portugués y sus 26 comisarios se sentaban con plenos poderes en sus despachos. Y más de tres meses después, no se ha vuelto a saber prácticamente nada de la mayoría de ellos.

Barroso y su equipo han desaparecido. En unos casos, quizá, por propia voluntad. En otros, porque Berlín o París les han borrado del mapa. La tremenda crisis de la zona euro desencadenada por la deuda griega ha dado la puntilla a un organismo comunitario que, tal vez, en otras circunstancias y con otro liderazgo, podría haberse convertido en el eje de la respuesta a los mercados.

Todo lo contrario. La primera humillación a Bruselas llegó cuando Alemania exigió la participación del BCE en la verificación de las cuentas griegas después de que Atenas engañase sistemáticamente a la Comisión Europea durante años. Ahora, según algunas informaciones filtradas a la prensa alemana, la canciller Angela Merkel incluso quiere que Francfort asuma también la aplicación del Pacto de Estabilidad, una función hasta ahora encargada a la CE.

La CE intentó recobrar algo de protagonismo tras el contagio de la crisis griega a otros países de la zona euro. El pasado fin de semana, el organismo comunitario trabajo contrarreloj para presentar el domingo (9 de mayo) a los ministros de Economía de la zona euro un mecanismo de rescate controlado por Bruselas. La propuesta duró minutos. Berlín la hizo trizas e impuso un fondo intergubernamental y temporal (de 440.000 millones de euros) en el que Barroso y los suyos no tendrán nada que decir.

Los desaires continuarán esta misma semana. El viernes, como regalo por los 101 días de Barroso, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, se apoderará de los trabajos para reformar la llamada gobernanza europea, a pesar de que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ya presentó el pasado miércoles su propia iniciativa.

Y qué decir del inefable Michael Barnier, comisario de Mercado Interior, que lleva meses abriendo chantiers, como él dice, y repitiendo un calendario de reformas de los mercados financieros como si el mundo no se estuviera abriendo a sus pies. Ayer mismo, mientras cavaba en una de sus zanjas legislativas, se enteró de que Alemania ya había decidido limitar por su cuenta ciertas operaciones bursátiles para frenar la especulación y la volatilidad.

Otros comisarios también se lo toman con calma. El de Competencia, Joaquín Almunia, adopto ayer, en su nonagésimo noveno día en el cargo, la primera decisión significativa (una multa de 331 millones de euros a un cártel de fabricantes de microchips). El mismo día, la titular de Agenda Digital, Neelie Kroes, aprobó un plan de acción para impulsar la banda ancha que pasó tan desapercibido como la Comisión Barroso II durante los últimos 100 días.

Foto: Barreño de sal en el puerto de Peñíscola (B. dM. 6 abril 2010).

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