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Tribuna
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Una carrera de fondo

La fuerte crisis internacional de los últimos años ha supuesto un duro examen para los productos de ahorro. El sesgo conservador del ahorrador medio español, junto a las turbulencias experimentadas por los mercados financieros, han provocado que los tradicionales depósitos y cuentas de alta remuneración hayan sido el producto preferido en los últimos ejercicios.

Según datos del Banco de España, tras el inicio de las tensiones en los mercados financieros en 2007, se apreció dentro del ahorro de las familias, un aumento del peso relativo de los depósitos bancarios, en especial de los depósitos a plazo, alcanzando tasas de crecimiento en torno al 30% en el período 2007-2008, iniciando posteriormente una notable desaceleración, hasta alcanzar variaciones negativas a lo largo de 2009.

Como consecuencia de la crisis de confianza, la composición de la cartera financiera de los hogares españoles ha experimentado una sensible variación en el último trienio que contrasta con la relativa estabilidad de los años precedentes. El volumen de la industria nacional de fondos de inversión se situaba en 159.951 millones de euros en febrero de 2010 (con un crecimiento negativo de 3.016 millones en los últimos 12 meses), lo que representa aproximadamente un 8% de la cartera financiera de las familias españolas, en contraste con el 11% que representaba a mediados de 2007.

Sin embargo, ha sido precisamente la dura crisis la que ha sacado a relucir las verdaderas ventajas y virtudes, hasta ahora desconocidas por muchos inversores, de los fondos de inversión como vehículos más adecuados para canalizar el ahorro tanto de particulares como de empresas.

El primero de ellos es la seguridad. Frente al riesgo de insolvencia que implica el depósito de dinero en cuentas corrientes o productos a plazo (a pesar de que hasta ciertos importes cuenten incluso temporalmente con el aval del Estado), el fondo se perfila como un producto fuera de balance, es decir, como un vehículo independiente y autónomo que asegura la permanencia de las inversiones en él realizadas al margen del debate que pueda surgir respecto al riesgo de solvencia de una u otra entidad financiera.

Otro de los atributos que más se han reclamado a cualquier producto de ahorro con motivo de la crisis financiera ha sido la transparencia. Los fondos como vehículos de inversión, ofrecen absoluta transparencia no solo en cuanto a las inversiones que llevan a cabo, sino también en cuanto a las comisiones que cobran. No en vano, cuentan con una de las regulaciones y supervisiones públicas más estrictas en este sentido.

La accesibilidad que ofrecen a cualquier mercado o tipo de activo al que se quiera ganar exposición (renta fija, renta variable, mercados emergentes, retorno absoluto, etc.) es otro de los atributos a destacar de los fondos. Adicionalmente, a través del fondo, el inversor se beneficia de las economías de escala en cuanto a costes y accesibilidad a mercados que ofrece la inversión colectiva con independencia de la cuantía del importe que desee invertir.

Su fiscalidad continúa siendo ventajosa. A pesar de las últimas revisiones al alza en la tributación del ahorro, la posibilidad de realizar traspasos entre fondos sin que se aplique ningún tipo de retención, es un incentivo fiscal.

La penetración en España de los fondos de inversión como vehículo de ahorro es baja si la comparamos con otros países del entorno de la OCDE. No obstante, los atributos propios de los fondos y el reposicionamiento que la crisis financiera está llevando a cabo de unos productos frente a otros, hará que los fondos vayan ocupando paulatinamente un lugar de mayor peso en la composición de la cartera de inversiones de nuestro país.

Luis Megías. Experto del Observatorio Inverco

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