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Columna
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Elefantes en el armario

Sabe algo Alemania que el mercado no sabe? Es la pregunta que preocupa a los inversores tras la sorpresa de Berlín de prohibir las ventas a corto al descubierto de las acciones en sus diez principales financieras. Las restricciones no son en realidad del todo draconianas. Sólo se aplican a las ventas a corto al descubierto. Una práctica que ha sido mal vista durante mucho tiempo y que ya ha sido restringida en muchos mercados, incluyendo Estados Unidos. Además, no está del todo claro por qué la última medida era necesaria. En el ámbito operativo, las cosas han ido bien para el mayor sector financiero de Alemania. Deutsche Bank y Commerzbank se han beneficiado de un ritmo superior a lo esperado de disminución de pérdidas por préstamos. Por su parte, las aseguradoras han registrado rápidas ventas de seguros y de productos financieros a medida que las economías se recuperan. Eso ha ayudado a las acciones de Deutsche, Allianz y Munich Re a mantenerse en un nivel razonable -hasta la intervención de Berlín-. Antes de la última ola de ventas, las acciones se cotizaban a menos del 20% por debajo de su pico de abril, casi un desastre después de un año de recuperación.

Es cierto que las instituciones alemanas están muy expuestas al sur de Europa. Desde septiembre de 2009 los bancos tienen 45.000 millones de dólares de deuda griega, según Evolution Securities. Pero con el rescate de la Eurozona y el Banco Central Europeo inyectando liquidez, las presiones sobre el sector financiero se suponían que se habían suavizado. Las inesperadas y aparentemente innecesarias restricciones sobre las ventas a corto sugieren que el Gobierno alemán sabe que las cosas están a punto de tomar un giro a peor. En la febril imaginación de los agoreros, la prohibición es un precursor de una quiebra griega, o incluso de una retirada de Alemania de la zona euro. Pero incluso si se considera que Berlín es algo drástico, una mera prohibición de ventas a corto casi protegería a los bancos y a las aseguradoras de la caída.

El movimiento de Berlín parece diseñado para apuntalar la confianza en sus instituciones financieras. Aunque ha tenido el efecto contrario.

Por Nicholas Paisner

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