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Columna
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Ser prudentes con las palabras

A diferencia de la mayoría de los jefes de Gobierno, Jean-Claude Trichet vivió la crisis monetaria de principios de los 90. Eso le enseñó a ser cuidadoso con las palabras. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) puede cometer errores, pero sabe lo que quiere. Tras los comentarios después de la reunión del consejo de gobierno del BCE en Lisboa, los inversores ávidos de acción desearían que Trichet quisiera algo más.

Trichet dijo que el BCE "no trató" la idea de que la institución comprara bonos del Estado, lo que implica que eso no sucederá en las próximas semanas. La supresión de la regla de garantía para la deuda del Gobierno griego se describió como una decisión específica para un país. Y el presidente del BCE se negó a incluso a contemplar la idea de un mecanismo de resolución para la deuda soberana -abordado esta semana por la canciller alemana-.

El punto de vista entre los banqueros de la eurozona es que el BCE tiene que ser duro en la peligrosa semana que tiene por delante, hasta que el plan de rescate griego sea formalmente aprobado por las principales partes -el parlamento alemán, el consejo del FMI y los líderes de la zona euro-. Trichet no quiso dar la impresión de que está muerto de miedo al igual que los mercados. Pero realmente ¿el consejo "no trató" la compra de bonos del Gobierno? Probablemente los miembros lo traten informalmente, y siempre pueden abordar la cuestión en su próxima reunión. Trichet no puede ni mencionar la posibilidad de quiebra de deuda soberana. Pero si los líderes de la eurozona deciden que es el mejor camino a seguir, puede diseñar una manera de minimizar el riesgo.

La inflación parece una cuestión diferente. Trichet insiste que no habrá compromiso sobre estabilidad de precios. Pero el hecho de que haya alardeado sobre que el cumplimiento de las metas de inflación durante los 12 años de existencia del BCE parece implicar que un objetivo a largo plazo puede sufrir algunas excepciones temporales.

Por Pierre Briançon

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