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Columna
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Los diamantes no son para siempre

Barclays ha caído dentro del paquete. En febrero, la entidad financiera británica deslumbró a los inversores cuando su banco de inversión, Barclays Capital, mantuvo los ingresos en el cuarto trimestre mientras que sus homólogos experimentaron caídas del 30% respecto a los tres meses anteriores.

Sin embargo, los resultados de Barcap del primer trimestre no se correspondieron con las expectativas, hundiendo el viernes sus acciones un 5%. Los ingresos en renta fija, las divisiones de divisas y de materias primas -el motor de la expansión de Barcap- cayeron un 37% interanual. Los culpables: la disminución de la volatilidad y el aumento de la competencia.

La decepción de Barcap ha sido parcialmente compensada con la mejora de las deudas incobrables a nivel de grupo. Las cuentas por cobrar disminuyeron desde los 2.300 millones de libras a los 1.500 en el primer trimestre de 2009. Como resultado, el beneficio antes de impuestos casi se duplicó hasta los 1.800 millones.

Pero un resultado neto saludable no puede ocultar un mercado claramente más difícil. Barcap aporta el 80% del grupo en beneficios antes de impuestos. Barclays quiere reducir eso hasta el 30%. Aunque eso parece quedar un poco lejos.

Mientras tanto, los cambios de reglamentación y los impuestos bancarios están en el horizonte. Las reformas propuestas por el Comité de Basilea y las propuestas de impuestos del Gobierno británico recortarían las previsiones de los bancos para el retorno de capital de 2011 desde un 11,4% a un 2,1%, según JP Morgan.

Las acciones se comercializan ahora según las previsiones de su valor contable, según Reuters. Los inversores necesitan una prueba de que la decepción de Barcap es un bache temporal para ser más generosos.

Por George Hay

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