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Columna
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La subida del IVA: el ejemplo británico

El pasado mes de enero y en Reino Unido, se elevó el tipo impositivo del IVA en un 2,5% (desde el 15% hasta el 17,5%). Tal y como se ha hecho eco la prensa británica, el incremento del gravamen no se ha trasladado al consumidor final de una forma brusca. Muchos comercios, así como la mayor parte de las grandes cadenas, bajaron los precios a primeros de enero, neutralizando o minimizando su efecto para evitar una caída en las ventas, subiéndolos posteriormente de forma gradual.

A la espera de los datos oficiales del consumo británico durante el primer trimestre de 2010, las informaciones de que disponemos señalan una caída del 1,8% de las ventas minoristas en el mes de enero, que se achacan tanto a la subida del IVA como al mal tiempo. Aunque febrero también fue un mes inusualmente frío, subieron un 2,1% y un 0,4% en marzo.

Estos datos difieren de los correspondientes a 2009, donde, en los mismos meses, las ventas minoristas subieron un 0,9%, un 3,5% y un 2,2%, respectivamente. No obstante, se observa una caída del 1,7% en el primer trimestre de 2010 respecto al cuarto trimestre del año anterior, teniendo en cuenta que estos datos están corregidos estacionalmente (www.statistics.gov.uk). Además existen diferencias entre los sectores, pues mientras caen las compras en los supermercados, grandes almacenes y tiendas de ropa, suben en otros establecimientos, posiblemente influidas por las mayores subidas anunciadas.

Partiendo de lo anterior, los efectos de esta medida son muy difíciles de medir en este momento. En primer lugar, porque se ha vuelto al tipo de diciembre de 2008, con lo que el espacio de tiempo en el que se ha aplicado el 15% ha sido relativamente corto, planteándose desde un primer momento como algo temporal. En segundo lugar, se prevén subidas de hasta el 20%, que se anunciaron a finales del pasado año. Estos hechos distorsionan una posible comparación con lo que pueda suceder en España a partir del segundo semestre de 2010.

Sin embargo y con referencia a nuestro país, nos permiten formular algunas conclusiones. La primera, que las empresas van a reducir sus márgenes para evitar un mayor recorte en sus ventas. La segunda, que los efectos de una medida tributaria como la que estamos analizando no supone, por sí misma, una reducción del consumo.

La tercera y más importante, y relacionada con la anterior, el mercado laboral es incapaz de generar suficiente empleo. De esto se deriva que el consumo no dependa tanto de los precios actuales como de las expectativas futuras que los individuos tienen. Mientras estas últimas no mejoren, los precios jugarán un papel secundario y, por tanto, también la subida del impuesto.

Finalmente, existen factores en la forma en que se ha diseñado la elevación de tipos que pueden determinar que no implique, necesariamente, una caída drástica en el consumo. Por un lado, los bienes de primera necesidad no experimentarán alza en sus precios dado que el IVA soportado no se ve modificado por la medida. Por otro, la subida del tipo general en dos puntos afecta, en gran medida, al tabaco y a las bebidas alcohólicas. La demanda de estos productos es altamente inelástica -en torno al 0,9% y 0,2%, respectivamente-, por lo que variaciones en el precio tendrán una escasa repercusión, tanto en la cantidad consumida como en la variación final del precio.

Otros bienes gravados tras la reforma al 18%, como los electrodomésticos y la ropa, experimentarán un recorte más significativo en su demanda. No obstante, la compra de bienes duraderos -electrodomésticos- depende, fundamentalmente, de las expectativas existentes en el mercado laboral, por lo que cabe pensar que la mejora paulatina de este último será lo que incidirá en mayor grado y no tanto el cambio de tipos de IVA.

Javier Martín Fernández. Socio Director de F&J Martín Abogados y Profesor de Derecho Financiero de la Universidad Complutense

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