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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Caras largas para Obama

Una cosa es hablar de meter en cintura a Wall Street desde Washington y otra es hacerlo a escasos metros de esa famosa calle y teniendo como público a los banqueros y a los políticos de Nueva York. Barack Obama viajó la semana pasada hasta la Gran Manzana para defender con un discurso la necesidad de regular una parte esencial de la economía estadounidense. En la audiencia había ciudadanos que querían ver al presidente, políticos y miembros de los sindicatos y de la banca. Muchos aplaudieron, pero financieros y políticos lo hicieron con la cara larga. El tono de este recibimiento lo captaba el tabloide de Rupert Murdoch, The New York Post, que ese día editorializaba: La economía de la ciudad, en peligro en nombre de la "reforma".

Nueva York tiene una disfuncional y desequilibrada dependencia del sector financiero. Es algo que hacen patente las estadísticas del interventor del Estado, Thomas DiNapoli, que apuntan a que Wall Street emplea al 5% de los trabajadores de la ciudad y éstos reciben el 24% de los ingresos que se registran en ella.

Los que viven de la banca son los que más alimentan las arcas públicas, por lo que el gobernador David Patterson, demócrata, ha sido siempre tibio a la hora de criticar los excesos salariales y no le hace gracia que, ahora, parte de las compensaciones sean en acciones que se ejecutan pasados varios años, pues se retrasan los pagos al fisco.

Michael Bloomberg, un independiente que suele alinearse con las posturas que se mantienen en la Casa Blanca (porque, como Obama, es más pragmático que ideólogo), ha mostrado su rechazo a algunas de las medidas incluidas en la reforma. Entre ellas, la prohibición de que los bancos hagan apuestas en los mercados con su propio dinero. Se trata de la llamada regla Volcker, y puede reducir los beneficios de Goldman Sachs o JP Morgan Chase.

Bloomberg ha dicho que comparte el 90% de las ideas de Obama sobre la reforma, pero está siendo muy beligerante con las que no está de acuerdo. Hace unos días sugirió que si se pone en marcha la regla Volcker, Nueva York perderá empleos que acabarán en "Londres, Ginebra o Shanghai".

Algunos medios dicen que las relaciones del alcalde con el senador más poderoso de este estado, el demócrata Charles Schumer, se están enrareciendo porque éste no está defendiendo a la industria financiera.

En unas recientes declaraciones a The Wall Street Journal, Schumer admite que no tiene claro si apoya la regla Volcker, pero que está en una situación difícil porque representa a un territorio en el que el motor de la economía es Wall Street y "Wall Street ha hecho muchas cosas mal". Schumer cree que por el bien de Nueva York es necesaria una reforma "seria", aunque reconoce que es una idea que le ha provocado conflictos personales.

En eso parece coincidir con el interventor de la ciudad, John Liu, quien dijo que desincentivar la especulación "dinamizará la posición de Nueva York como mercado dominante en el mundo". Liu parece no sufrir de esta suerte de síndrome de Estocolmo que existe en una ciudad en la que, según The New York Post, "Wall Street es Main Street". Esa es la parte que el 95% de los que no trabajan en los servicios financieros tiene razones para lamentar y los políticos para temer.

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