Espíritu olímpico
La verdad es que por mucho que te digan que una persona está mal, cuando fallece no te encuentras para nada preparado y entras, igualmente, en estado de shock. A Juan Antonio Samaranch todos le vamos a echar de menos, pero yo creo que tenemos que quedarnos con todo lo bueno que nos ha dado y dejado.
Recuerdo los inicios de mi carrera deportiva, cuando los deportistas españoles no teníamos ni por casualidad los medios que tienen ahora, y veíamos a un español que lideraba el deporte mundial y consiguió para Barcelona, y para España, unos Juegos Olímpicos.
A los deportistas nos pareció una persona de otra galaxia por lo importante que era. En ese momento empezó el gran cambio del deporte español, que yo tuve la gran suerte de vivir.
Sin embargo, durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, ese español de otra galaxia, nos demostró a todos y cada uno de nosotros que era tremendamente cercano, nos apoyó en todo momento y aún recuerdo sus palabras cuando gané mi primer oro olímpico.
Después de 1992 el deporte español había ascendido a la primera división y todos los que estábamos ahí inmersos nos beneficiamos de todo lo que ese cambio supuso. Jamás le podremos agradecer lo bastante a Juan Antonio Samaranch que pudiéramos dedicarnos en cuerpo y alma a los que más nos gustaba: el deporte.
Yo tuve la gran suerte de conocer, además de a Juan Antonio Samaranch, el español universal, a Juan Antonio Samaranch, la persona. Compartimos muchos momentos cuando yo estaba en el Parlamento europeo y juntos emprendimos una labor para defender la incorporación del deporte al Tratado de la Unión Europea y, tanto en las reuniones que mantuvimos en su despacho de Lausana, como en su visita a la sede del Parlamento europeo en Estrasburgo, descubrí en él a una persona cercana que estaba dispuesto a ayudar no sólo en los buenos momentos sino también en los menos buenos.
En esta última etapa, como vicepresidenta primera del Comité Olímpico Español he tenido mucho contacto con él, además de con sus dos hijos, Juan Antonio Jr. y María Teresa, y hemos compartido momentos de alegrías y también de penas, como cuando a Madrid no nos dieron los Juegos Olímpicos de 2016. Siempre nos demostró que el espíritu olímpico lo lleva dentro.
A partir de ahora, el más allá será mejor sitio, ya lo impregnará de ese espíritu olímpico.
Theresa Zabell. Vicepresidenta primera del Comité Olímpico Español (COE)