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Columna
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La contingencia de Atenas

Con las luces en ámbar para Grecia, es hora de desarrollar planes de contingencia. El país puede que haya tenido éxito en alcanzar 2.000 millones de euros en tres meses, pero los rendimientos todavía aumentan poco a poco desde el plan de rescate de la UE a principios de mes. El mercado está preocupado sobre una posible quiebra de Grecia. El trabajo del país no es nada fácil, según los comentarios de Axel Weber, presidente del Bundesbank, sobre su posible necesidad de un plan de rescate de 80.000 millones, casi el doble de lo previsto.

Si Grecia quiebra, el sistema bancario podría estar contra las cuerdas. Y un colapso total sería empeorar las cosas para la economía. Es vital, por tanto, desarrollar un plan de contingencia con dos elementos: apoyar la liquidez e inyecciones de capital. Que Grecia sea miembro de la eurozona dificulta las cosas: no se puede tan sólo inundar los bancos con dinero recién impreso. Pero hay otras formas de alcanzar los objetivos. La mejor alternativa sería probablemente que el BCE suministrase liquidez como último recurso para el prestamista. Pero para que el BCE esté contento con su papel -y tranquilizar a los mercados- serían también necesarias inyecciones de capital. Algo del dinero del plan de rescate de los países de la UE y del FMI podría utilizarse para ese fin, con una nacionalización de los bancos eficaz.

Ponerlo todo en un paquete no sería fácil. Pero es mucho mejor para Grecia, la UE y el FMI tener un Plan B en su bolsillo interior que tener que improvisar a raíz de una quiebra.

Por George Hay

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