Antonio Vázquez y Willie Walsh. La tenacidad como bandera
Los dos máximos ejecutivos han sabido encontrar un punto de apoyo para sacar adelante una complicada fusión. Su tesón en lograr el éxito les ha unido
Podría ser el comienzo de un chiste clásico español. "Iban un español y un irlandés y en menos de un año crean una de las mayores aerolíneas del mundo...". Pero al contrario de lo que habitualmente sucede en este tipo de chistes ninguno de los dos gana, ninguno de los dos domina. Y lo mejor de todo, es que no es ningún chiste.
Vázquez y Walsh, Walsh y Vázquez, dará igual a partir de ahora el orden en el que se escriban los apellidos. Para la historia de British Airways e Iberia quedarán como el cordobés y el dublinés que por encima de sus evidentes diferencias de carácter -nada más opuesto que un natural de Córdoba, enamorado e interprete aficionado de opera, y un hijo de Dublín, acostumbrado al frío norte y apasionado de la mecánica y sobre todo de su trabajo- fueron capaces de encontrar un punto común entre los dos que les permitiera llevar a buen puerto una fusión complicadísima, en medio de una de las peores crisis que el sector aéreo recuerda.
Un antiguo estrecho colaborador de Antonio Vázquez, asegura que "el punto en el que han coincidido ambos es su tenacidad y su encabezonamiento por cerrar la unión con éxito. Ese punto de conexión y el respeto mutuo que ambos se profesan, es lo que ha hecho posible que los respectivos equipos de asesores, abogados y expertos de cada una de las partes, emularan a sus jefes y trabajaran sin descanso para alcanzar el objetivo que finalmente se logró ayer. Después de limar, lijar, suavizar y barnizar obstáculos aparentemente tan insalvables como planes de pensiones multimillonarios y huelgas de todo tipo y condición.
El respeto mutuo que se profesan ha hecho posible que sus colaboradores les emulen y trabajaran sin descanso para lograr la meta de la fusión
El actual consejero delegado de British Airways, Willie Walsh, arrastra una fama de negociador implacable, duro y frío como el hielo. Fueron sus armas para enderezar el rumbo de la irlandesa Aer Lingus, en la que entró como piloto y acabó como presidente. Y en la que tuvo que llevar a cabo una espectacular reestructuración después de que los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos hirieran prácticamente de muerte a buena parte del negocio aéreo en el Atlántico Norte. Después de dirigir la filial española Futura, tomó las riendas de la matriz y, tras hacer frente a una práctica quiebra y un mar de pérdidas, la dejó en beneficios en 2004, convirtiendo a Aer Lingus en la más rentable aerolínea pública del mundo occidental.
Por su parte, Vázquez demostró hasta donde era capaz de torear con la mano izquierda en los 15 años que trabajo en Altadis, donde su gestión fue especialmente decisiva en la construcción del liderazgo mundial de la hoy filial de la británica Imperial Tobacco en el sector de cigarros, al haber sido su principal artífice. Hoy en Iberia, en el día a día, según cuentan sus admiradores, que no tiene pocos, aplica los mismos parámetros de gestión con los que se condujo en Altadis. Y básicamente todos se pueden reducir en uno; su asombrosa capacidad de trabajo.
Es muy rápido en la toma de decisiones y una vez adoptadas, no dilata ni un minuto su puesta en marcha. Tampoco pierde el tiempo en largas reuniones porque le gusta ir al grano. Ningún día se va antes de las 9 de la noche, pero igual te puede enviar un correo a las 12 de la noche que a las 6 de la mañana.
Y aseguran que es el primero en dar ejemplo con su capacidad de trabajo. Esto le ha granjeado actualmente fama de ser un "súper ejecutivo". De hecho un chófer que lleva muchos años en Iberia cuenta que es la primera vez que le ha ocurrido que un presidente de la compañía, recién llegado de un viaje a las 9 de la noche, le dice que le lleve a la oficina y salga de ella a las 2 de la madrugada.
Lo tuvo claro en cuanto llegó a la primera línea ejecutiva de Iberia el 10 de junio del año pasado. En una conversación telefónica con CincoDías aseguró entonces: "La negociación para la fusión de Iberia y British Airways no puede prolongarse mucho más. Eso no quiere decir que tengamos prisa por cerrar un acuerdo a cualquier precio". "No vengo aquí para un año y adiós, vengo porque conozco la empresa y me apasiona y con voluntad de cerrar un acuerdo con nuestros socios ingleses lo más beneficioso posible para los accionistas españoles de Iberia", comentó. Vázquez añadió: "He llegado a la compañía para dirigirla y para aportar valor y si algo tengo claro es que el eventual acuerdo que se alcance a firmar con British Airways tiene que suponer para Iberia un plus y no un minus".
Hoy la legión de escépticos, que en aquel caluroso mes de junio, aventuraban un futuro incierto para la fusión y no daban un duro por una operación que aseguraban iba a estar muy alejada de la paridad accionarial y predecían una derrota en toda regla de la aerolínea española en la negociación, han cambiado bruscamente de opinión. Y ya son legión los que opinan que, la llegada de Vázquez a Iberia, permitió romper el techo al que la llevó la gestión de Fernando Conte y desbrozó una operación de fusión totalmente encallada.
La siguiente meta será llegar a noviembre, mes en el que está previsto que se celebren las juntas generales de accionistas que deberán aprobar la fusión para comenzar a operar ya como compañía fusionada en diciembre de este mismo año.
A partir de ahí, o incluso en ese momento, ambas compañías tendrán que saber ya como afrontan el futuro de un negocio que la crisis y el modelo de negocio low cost ha cambiado para siempre.
De nuevo el temple, la tenacidad y el respeto profesional deberán salir a relucir. Básicamente para evitar que por celos personales y por protagonismos mal entendidos todo se vaya al traste. Y todo ello porque las bicefalias al mismo nivel en compañías desarrolladas y modernas no parecen funcionar excesivamente bien. Ejemplos no faltan.