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Inversión para las grandes fortunas

La banca privada vuelve los ojos hacia activos sofisticados

Pasado el pánico, los clientes más exclusivos empiezan a asumir riesgo, pero controlando dónde colocan su dinero.

El estallido de la crisis financiera, agudizada por hechos impactantes como la quiebra de Lehman Brothers en septiembre 2008, conmocionó el mundo de la banca privada. Ese universo, restringido a las personas con una fuerte capacidad de inversión, está basado en las significativas ganancias y en la confianza en la entidad y en la gestión, y ambos pilares se tambalearon.

Para algunas entidades los problemas se debieronmás a las extendidas dudas sobre la solidez del sistema financiero mundial, y para otras esa situación se vio agravada por la comercialización de productos que después se mostraron altamente tóxicos, desde activos de bancos quebrados a los relacionados con el inversor estadounindense Bernard Madoff.

Han sido dos años complicados, en los que se llegó a plantear cambiar el nombre de banca privada por otro sin ningún tipo de connotaciones negativas, aunque no han afectado por igual a todas las firmas, ya sean las englobadas en los grandes bancos internacionales o las dedicadas exclusivamente a la gestión de carteras y patrimonios. Pero el panorama ha cambiado y ya se vuelve a percibir más alegría, aunque los directivos admiten que aún no se han alcanzado las cifras anteriores a la crisis.

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"La travesía del desierto se ha superado y los que hicieron los deberes se están beneficiando más de la recuperación. El cambio se comenzó a percibir a partir de mayo de 2009 y la situación sigue mejorando en los primerosmeses de este año", señala Manuel San Salvador, consejero- director general de Banco Urquijo. No obstante, San Salvador no cree que en un horizonte próximo se vuelva a crecer a los ritmos previos, cuando la actividad aumentaba cinco puntos por encima del Producto Interio Bruto (PIB). También Ana Figaredo, consejera delegada de Lombard Odier -banco suizo fundado en 1796- considera que el pánico se ha vencido y que, aunque el negocio no esté aún en sus mejores momentos, ha salvado el fuerte bache vivido en 2008.

"Comienzan, además, a verse operaciones que generan liquidez, como la venta de empresas familiares o de inmuebles que se pueden destinar a inversiones de perfil financiero", concluye. Fernando López, responsable de banca privada de Citi para España y Portugal, percibe que, pasada la euforia que provocó el dinero barato, se está disipando el miedo escénico, lo que propicia la vuelta a la normalidad. Con esta perspectiva algo más halagüeña que se detecta en el día a día, Lucía Granda, responsable de Merrill Lynch WealthManagement para España y Portugal, cita algunas causas que provocaron, junto a la debacle financiera, la contracción del negocio.

"El problema principal fue la falta de transparencia que permitió que en muchos casos el cliente no conociese la verdadera naturaleza de los riesgos a los que estaba expuesto o la inversión en activos que no respondían a su perfil de riesgo. Los controles no funcionaron correctamente o eran insuficientes en determinadas instituciones", afirma. Casi todos los directivos se mueven en esta línea, con un objetivo básico que es la recuperación de la confianza.

"Desde nuestra perspectiva se ha producido una modificación en los planteamientos. Se han corregido gran parte de las deficiencias pasadas y ahora desde el sector insistimos en que nuestros clientes conozcan a la perfección las soluciones que les estamos planteando", indica Iñigo Calderón, responsable de BarclaysWealth España. Para Miguel Irisarri, director general A&G Banca Privada, la crisis ha enseñado a todos: clientes y gestores. "Se produjo mucha campaña de productos, algunos con comisiones elevadas y un notable esfuerzo de marketing, pero se cuidó menos del servicio personal.No siempre se supo medir el riesgo, lo que provocó profundas insatisfacciones", manifiesta.

También Alfonso Gómez, director de BBVA Banca Privada -uno de los bancos que está relanzando esta actividad-, señala que son conscientes de los problemas que se han producido en el mercado, que generaron desconfianza, y que el asesoramiento se llegó a percebir como un concepto manido. Destaca que, como consecuencia, el cliente cambió; y el efecto péndulo llevó a los inversores hacia los activos de bajo riesgo.

Activos más complejos

César Villacampa, director de Ibercaja Patrimonios, ratifica que en las etapas más complicadas del mercado, como fue 2008, se pasó de un extremo a otro: de los productos muy sofisticados, que en ocasiones no se entendían, a losmás sencillos. Pero puntualiza que ese sentimiento parece superado, aunque los inversores lo que quieren ahora es saber dónde tienen su dinero. Concluye que detrás de este nuevo giro están los tipos de interés tan bajos que dificultan ganar en activos más tradicionales, así como la volatilidad de la Bolsa, que todavía produce un cierto recelo.

"Se demandan productos estructurados, pero con garantías o con barreras que protejan de la pérdida del capital invertido", asevera. Exigen más atención, quieren saber qué hay detrás de los fondos de gestión alternativa, de los productos estructurados o conocer las características de las empresas que emiten deuda, pero con la superación del pánico se ha vuelto, poco a poco, a la sofisticación. Es una realidad que resaltan los directivos de estas entidades.

"Aunque los clientes estén escaldados, se ha pasado de no pensar en ganar, sino en tener el patrimonio bajo refugio, a poner el dinero a trabajar", dice Miguel Irisarri, de A&G. Fernando López, de Citi, estima que ahora los clientes vuelven a admitir realizar inversiones con más riesgo, siempre que cuenten con transparencia y tengan un alto grado de reversión o liquidez. "Hay algunos activos poco líquidos donde se ha perdido mucho dinero, y los inversores se quedaron atrapados", manifiesta. Añade, asimismo, que en áreas como los hedge funds se han producido ajustes significativos y que, tras ellos, los buenos gestores permanecen.

"Antes la autopista estaba colapsada por el exceso de oferta, mientras que ahora se puede conducir con más claridad". También Lucia Granda, de Merrill Lynch, habla de complejidad. "El perfil de nuestro cliente es por definición sofisticado y exigente, con una visión ymentalidad globales. Busca amplios recursos y experiencia para estar a la vanguardia de las tendencias", opina. Para Alfonso Gómez, de BBVA, éste se decanta como un buenmomento para invertir, peromatiza que ahora, con los tipos de interés tan bajos, se hace más necesario utilizar productos estructurados pero que se adapten a los clientes.

"Los concebimos bajo diversos formatos para inversores de un perfil de riesgo razonable", agrega. En una línea similar se pronuncia Iñigo Calderón, de Barclays. "Ahora el cliente vuelve a apostar pormayor sofisticación, tras una etapa en la que la mayoría estaba en liquidez. Pero esos productos, no obstante, deben encajar con su perfil de inversión", asegura. Algomás de riesgo y sofisticación -admitiendo hedge funds, divisas, fondos cotizados (ETF) o renta variable emergente-; información sobre dónde se coloca el dinero;más personalización de las carteras; y escaso peso de la liquidez.

æpermil;sta es a grandes rasgos la foto de lo que ahora se demanda y se coloca en la banca privada. Pero la crisis sí se ha llevado por delante algo más que ciertas formas de actuar. El mercado ha eliminado productos más opacos, algunos derivados y, como añade Ana Figaredo, "lo que ha podido desaparecer son los hedge funds destinados a ventas masivas, que quizá nunca tuvieron sentido".

Vuelta a 'hedgefunds' y a estructurados

Aunque el mercado no ha dado aún un giro de 180 grados hacia la etapa de inflación de productos que culminó en 2007, el deseo de lograr rentabilidades reales ha reanimado la industria. Los productos estructurados vuelven a resurgir, con activos muy diversos.No obstante, se analizan con más cuidado, no sólo su composición -cabe casi todo, desde renta fija o renta variables a fondos o ETF- sino quién es el emisor. La renta fija corporativa es uno de los preferidos por su mayor rentabilidad y los elevados diferenciales respecto a los bonos del Estado.Se está muy abierto a las Bolsas en las que se prevé mejor comportamiento, pero se admite algo más de riesgo. Se opta por Europa, EE. UU y España, además de las emergentes, especialmente de Asia y de América Latina.En una línea similar, aunque ya para clientes más especializados, han vuelto los activos que apuestan por divisas y por materias primas. En esta línea, otros expertos, como los de Pictet, creen que la mejor estrategia es la de la arquitectura abierta, en la que junto a acciones, fondos y deuda, entran otros activos menos líquidos pero con rendimientos atractivos a largo plazo, entre ellos el arte y los inmuebles. Y, como señala Manuel San Salvador, de Banco Urquijo, cada momento cuenta con posibilidades específicas y en los de post-crisis, como es éste, existen oportunidades en los hedge funds y en private equity (capital riesgo).Sobre los primeros destaca que los malos han desparecido del mercado, mientras que los fondos que quedan están más abiertos a dar entrada a inversores.

Carteras más adaptadas a los clientes

Pese al mejor clima en el panorama inversor, una de las enseñanzas de esta crisis es que todo no vale para todos y que la venta masiva de productos añadió combustible a un gran incendio. Un efecto que ha emergido, aseguran los gestores, es que el inversor es ahora más exigente."Demandan un asesoramiento más personalizado y de gran calidad. En la etapa del ciclo en la que nos encontramos resulta crucial un óptimo asesoramiento para obtener unas rentabilidades adecuadas", manifiesta Iñigo Calderón, de Barclays. En esta línea, Alfonso Gómez, de BBVA, expone que los clientes han pasado de tener una actitud más receptiva a una posición más reactiva.Y subraya que en su entidad, aunque no ha cambiado de modelo, se aplican en la rigurosidad, en la adaptación al perfil y en el control de los gestores. Según una encuesta realizada por Banif, el cliente demanda más asesoramiento para obtener rendimientos atractivos y exige cercanía, información constante y mayor acceso a los especialistas. Y los tres criterios más citados para la selección de una entidad son la calidad del servicio, la rentabilidad de las carteras y el asesoramiento inversor.

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