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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La peligrosa brecha del coste laboral

El coste laboral por hora trabajada en España subió un 5% el último trimestre de 2009 -3,6% si se eliminan los efectos de calendario y estacionalidad-, según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística. Este aumento sigue sorprendiendo. Y lo hace si se examina a la luz de dos razones: es más de cuatro veces superior a la inflación -que cerró el año en el 0,8%- y lo hace al final de un año en que se perdieron más de 1,2 millones de puestos de trabajo.

Se trata sólo del dato general armonizado, utilizado para comparar con el resto de la UE y, por tanto, es difícil averiguar con total certeza el trasfondo de esta subida. Pero llama poderosamente la atención que, en plena crisis, sólo en la hostelería se registren bajadas de los costes laborales, mientras suben en todos los demás sectores. El coste por hora es además muy superior al coste laboral por trabajador (el tercer trimestre de 2009 lo supera en más de un punto porcentual) debido a la disminución en el número de horas efectivas trabajadas a causa de los despidos.

Es cierto que el coste por hora trabajada no sólo cuantifica el aumento salarial recogido en convenio, además incluye las cotizaciones a la Seguridad Social y otros costes como las indemnizaciones por despido. Obviamente, esta partida es la que más sube, con diferencia, en trimestres anteriores y seguramente ha mantenido esa pauta el cuarto trimestre. Sin embargo, aun descontando estos efectos, la subida no está acorde con la situación económica.

Las empresas sólo podrán remontar la crisis si ganan competitividad, lo que exige precios contenidos que permitan atraer un consumo altamente retraído. En este contexto, es imprescindible la contención de los costes de producción, entre los que los laborales ocupan un papel determinante. Numerosos expertos han recomendado ya a España reducir los costes salariales, lo que implica bajadas nominales. Pero los datos siguen presentando una amplia brecha frente a la media de la UE, que impacta en la línea de flotación de la competitividad de la economía española.

Así se explica en parte la destrucción de empleo, pues los costes se recortan despidiendo trabajadores y no reduciendo jornales. Esto, además de ser socialmente injusto, es económicamente ineficiente: el paro contrae el consumo y detrae ingresos fiscales. Pero también resulta explicable con una normativa laboral encorsetada en una negociación colectiva anticuada, que lleva a la paradoja de que en España sea más fácil recortar plantilla que salarios.

Sectores como la construcción o el comercio, dos de los que más empleo han destruido, experimentan las mayores subidas en coste por hora trabajada de todo el tejido empresarial. Pero lo que resulta especialmente incomprensible es que estas subidas sólo sean superadas por las de la Administración pública.

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