Coberturas para una Bolsa inestable
La venta de futuros o la compra de opciones 'put' permiten cubrirse ante caídas de las cotizaciones.
Aunque las economías van saliendo de la recesión, las incertidumbres sobre una recaída persisten, circunstancia que se ve reflejada en los mercados financieros. Después del intenso rally de 2009, la volatilidad, el riesgo, ha hecho acto de presencia en las cotizaciones y los índices se mueven a bandazos. En esta coyuntura, el inversor debe calibrar cuáles son sus previsiones para los próximos meses y, si sus perspectivas son alcistas, si confía en que la Bolsa subirá, puede optar bien por reducir su exposición hasta que se aclare la tendencia de la Bolsa, bien por diversificar la cartera para dar entrada a activos menos correlacionados con la renta variable, o bien por cubrir sus posiciones de manera temporal.
Los derivados financieros pueden ser una opción a la hora de realizar coberturas de cartera. Básicamente una cobertura se realiza invirtiendo en la dirección contraria del mercado por la que se ha apostado. Si se tiene una posición alcista, se toma otra bajista para neutralizar, en la medida de lo posible, el impacto de las caídas sobre la cartera de inversor.
La venta de futuros y la compra de opciones de venta (put) son dos de las estrategias más sencillas para cubrir una cartera con instrumentos derivados.
Venta de futuros
Uno de los métodos más sencillos para cubrir una cartera de acciones es a través de futuros financieros. El futuro es un contrato, un acuerdo por el cual una parte de compromete a comprar una determinada cantidad de un producto a un precio determinado en una fecha concreta, cuando vence el contrato. La otra parte está obligada a vender esa cantidad a ese precio en esa fecha.
Para cubrir una cartera de acciones, se pueden utilizar futuros sobre índices bursátiles. Por ejemplo, una cartera de acciones españolas se puede cubrir con futuros del Ibex o del Mini Ibex. Este último es más indicado para inversores pequeños, porque exige un desembolso inicial inferior (900 euros de garantía). En los futuros sobre el Ibex cada punto del índice equivale a 10 euros. En los del Mini Ibex, equivale a 1 euro.
La mayoría de los futuros sobre índices de Bolsa no exigen el desembolso del activo subyacente a vencimiento. Es decir, que si un inversor compra un futuro sobre el Ibex no tendrá que comprar todas las acciones del Ibex proporcionales a ese contrato, sino que se liquida por diferencias. Por ejemplo, si el inversor compra un contrato de futuros sobre el Ibex con precio de vencimiento 11.800, y al vencimiento el Ibex está en 12.000, se embolsará 2.000 euros (200 puntos x 10 euros) en el caso del Ibex y 200 en el del Mini Ibex (200 puntos x 1 euro).
Esta es la gran ventaja de los futuros, su efecto apalancamiento. En el caso anterior, hemos desembolsado 900 euros como garantía para un futuro Mini Ibex y hemos recibido 1.100 euros (900 de garantía más 200 de ganancia). Hemos ganado un 22% sobre lo invertido, cuando la ventaja del futuro sobre el subyacente ha sido del 1,69% (de 11.800 a 12.000 puntos).
Además, estos futuros cotizan en mercados organizados y se pueden comprar o vender antes de su vencimiento. Cuando un inversor tiene una perspectiva alcista de la Bolsa es comprador de futuros. Cuando su perspectiva es bajista, puede vender futuros sin haberlos comprado primero. En este caso, ganará cuando el precio del futuro baje y perderá cuando suba. Para cerrar una posición en el mercado, el inversor venderá el futuro si lo ha comprado antes o lo comprará si lo vendió en primera instancia.
Para cubrir una cartera de acciones se pueden vender futuros, es decir, apostar por la caída del mercado. Para ello, hay que calcular cuántos futuros son necesarios para cubrir esa cartera. Aquí entra en juego el concepto de beta, o lo que es lo mismo, cuánto se mueve teóricamente un valor cuando se mueve el índice. Por ejemplo, si Telefónica tiene una beta de 1, subirá un 1% por cada 1% que suba el Ibex. Si su beta es de 0,5, subirá la mitad. Si su beta es de 1,5, sube un 1,5% por cada subida del Ibex del 1%.
Pongamos un ejemplo: tenemos una cartera formada por 1.000 acciones de Telefónica y 2.000 acciones de Santander. Telefónica cotiza en ese momento a 16,65 euros y tiene una beta de 0,84. Santander cotiza a 9,63 euros con una beta de 1,33.
Nuestra cartera tiene un valor de 35.910 euros (1.000 acciones de Telefónica x 16,65 + 2.000 acciones de Santander x 9,63). Debemos calcular cuál es la beta de la cartera, ponderando la beta de ambos valores según el peso que tiene cada uno en la cartera. Así, debemos dividir el valor de cada acción en la cartera entre el total de la cartera, multiplicarlo por su beta y sumar ambas posiciones.
Para Telefónica: 16.650/35.910 euros x la beta de Telefónica (0,84)= 0,39
Para Santander: 19.260/35.910 euros x la beta de Santander (1,33) = 0,71
La beta ponderada de la cartera es de 1,1 (0,39 + 0,71).
El siguiente paso es dividir el valor total de la cartera entre el valor del Mini Ibex y multiplicarlo por la beta de la cartera. Es decir, suponiendo que el Mini Ibex tiene un valor de 10.200 puntos: 35.910/10.200 x 1,1 = 3,87. Redondeando al alza, supone que necesitamos vender cuatro contratos de Mini Ibex para cubrir nuestra cartera.
Dado que en estos momentos cada contrato de Mini Ibex exige por parte de MEFF (el mercado español de opciones y futuros) depositar una garantía de 900 euros, deberemos desembolsar 3.600 euros para cubrir nuestra cartera. Algunos brókeres exigen garantías adicionales a las de MEFF. Asimismo, es importante tener en cuenta que en el mercado de futuros las liquidaciones se hacen diariamente, aunque no se cierre la posición, con lo que si el mercado, en el caso que nos ocupa, sube en lugar de bajar debemos cubrir las pérdidas diariamente.
Teóricamente, esas pérdidas quedarán compensadas por la revalorización de nuestra cartera. De la misma manera, el descenso de Telefónica y Santander en Bolsa quedará compensado por la ganancia obtenida con la venta de los futuros.
Compra de opciones 'put'
Existen infinidad de estrategias para operar con opciones; muchas de ellas de cobertura de carteras, y otras directamente para apostar con mayor o menor agresividad por la subida o la bajada del mercado. Las opciones, a diferencia de los futuros, no obligan al comprador a adquirir o vender un activo subyacente, sino que dan la opción de comprar (call) o vender (put) ese activo a un precio preestablecido (conocido como strike) en una fecha determinada. El comprador de una opción paga una prima, que viene a ser como el que paga una señal cuando compra un piso para asegurarse el derecho a comprarlo a un precio concreto y en un plazo futuro.
Cada contrato de opción en MEFF representa 100 acciones, salvo algunos casos excepcionales, lo que significa que una prima de 25 euros, por ejemplo, supone un precio de 2.500 euros por contrato (25 x 100).
Una de las estrategias de cobertura más sencillas con opciones consiste en la compra de una put, que da el derecho a un inversor a vender una acción en un momento determinado a un precio preestablecido. Por ejemplo, tenemos un inversor con 1.000 acciones de BBVA que confía en su potencial alcista a medio y largo plazo. No obstante, teme que la acción sufra a corto plazo debido a la incertidumbre reinante. Para cubrir esa posible caída, el inversor puede comprar una opción put con un precio de ejercicio similar a la cotización actual. Podría comprar una opción de venta (put) con precio de ejercicio 10 euros y vencimiento el 10 de marzo de 2010. La prima para un contrato en estas condiciones es de 0,61 euros. Nuestro inversor necesita 10 contratos para cubrir su posición (10 contratos por 100 acciones), con lo que habrá de desembolsar 610 euros en concepto de prima.
Pongamos que la acción de BBVA cotiza hoy a 9,8 euros y que para el 10 de marzo ha caído hasta 8 euros. El valor de la cartera del inversor pasa de 9.800 a 8.000 euros, un 18,36% menos. Sin embargo, esta pérdida queda compensada por las ganancias obtenidas con la opción put. El inversor tiene derecho a vender sus acciones a 10 euros, lo que supone una ganancia del 25% o 2.000 euros (vende a sus 1.000 acciones a 10 euros, cuando cotizan a 8 en el mercado). A esta cifra le restamos los 610 euros pagados por la prima, lo que arroja un resultado neto positivo de 1.390 euros. Lo que significa que el inversor, en lugar de perder 1.800 euros, habrá perdido tan sólo 410 euros (1.800-1.390 euros). Si la acción de BBVA sube, en lugar de caer, y a vencimiento cotiza por encima de los 10 euros, la pérdida con las puts será tan solo de 610 euros, el precio pagado por la prima, y que es el máximo que puede perder el inversor sea cual sea la evolución de BBVA en Bolsa. Algunas opciones se liquidan por diferencias, con lo que no será necesario vender los títulos de BBVA a vencimiento.
Es importante tener en cuenta que no es necesario esperar a vencimiento cuando se compra una opción, ya que la prima cotiza en el mercado y se puede comprar y vender en cualquier momento antes del vencimiento. Sobre el precio de la prima influyen varios factores, como la evolución del activo subyacente, el tiempo que queda hasta vencimiento, la volatilidad o los tipos de interés. En un mercado muy volátil, por ejemplo, el valor de las opciones (la prima), sean put o call, se aprecia, lo que beneficia al comprador de opciones y perjudica al vendedor. Sin embargo, el valor de una opción disminuye a medida que se acerca el precio de ejercicio.
Estrategias en renta fija. Inmunizar una cartera de bonos
La renta fija es fija porque lo es el cupón que se paga. En la renta variable, el equivalente al cupón, que es el dividendo, varía según las expectativas de la compañía. Como las acciones, los bonos cotizan en un mercado, y su precio varía según la oferta y la demanda y la evolución de los tipos de interés. La renta fija sólo es fija si se mantiene hasta vencimiento.Existen estrategias para cubrirse de la oscilación de los tipos y, en consecuencia, de los precios, que se mueven a la inversa. Una de ellas es la inmunización de una cartera de bonos: combinarla de tal forma que no se vea afectada por las variaciones de tipos en un plazo determinado. Hay que tener en cuenta que, aunque se espere a vencimiento, a la reinversión de los cupones sí les afecta el tipo de interés. Inmunizar la cartera es construirla para que se comporte como un bono cupón cero, aquellos que tienen sólo un flujo a vencimiento por el 100% del capital.Aquí entra en juego el concepto de duración, que es el periodo que tarda un inversor el recuperar el capital invertido en el bono. No tiene por qué ser el plazo de vencimiento -salvo que sea un bono cupón cero-, porque hay que tener en cuenta que el inversor recibe periódicamente cupones, lo que acorta la duración.Para inmunizar una cartera de bonos hay que construirla de manera que la duración media sea igual al horizonte temporal pensado para nuestra de la inversión. La clave reside en distribuir adecuadamente la inversión en bonos con duración distinta para que se equiparen duración media y plazo temporal.
Diversificación. Fondos de retorno absoluto
Una de las mejores maneras de cubrirse frente a los riesgos del mercado, o al menos de mitigarlos, es la diversificación. En ese sentido, uno de los vehículos más apropiados es el fondo de inversión, porque por su propia naturaleza se compone de una cartera diversificada. Pero mayor diversificación supone invertir en una cartera de fondos de diferentes activos, regiones y sectores. Siempre, claro está, según el perfil de riesgo del inversor.Para un inversor con un perfil agresivo, capaz de soportar la volatilidad de los mercados y con un horizonte temporal amplio, la cartera estará compuesta en su mayor parte por activos de renta variable. No obstante, eso no significa que no se puedan tomar decisiones tácticas de cara a mitigar momentos de incertidumbre como el actual. En este contexto toman relevancia los fondos de retorno absoluto, por su capacidad para navegar con éxito en entornos negativos.Estos fondos, que pueden tener la forma jurídica del hedge fund o de un fondo tradicional, tratan de obtener rentabilidades al margen de la evolución del mercado. Y lo hacen mediante una gestión óptima del riesgo y estrategias como el arbitraje entre diferentes activos. El objetivo de muchos de estos fondos es que la cartera tenga una beta lo más cercana a cero, es decir, lo menos correlacionada posible con el mercado.En este campo hay fondos mejores y peores, pero los buenos son capaces de aportar la descorrelación necesaria que necesitan las carteras cuando las Bolsas están de capa caída.