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Tribuna
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En Davos nos sacan los colores

Davos se ha convertido en los últimos años en cita obligada para políticos, jefes de estado, economistas, empresarios, periodistas y todo tipo de lobbies. Por sus tribunas disertan desde jefes de gobierno a presidentes de grandes compañías, empresas, ONG, etc. Unos tratan de moralizar, otros de reflexionar, algunos alarman y muchos no dicen nada que no se sepa. Pero toda ocasión es propicia para el escaparate mediático. Por allí pasan personas relevantes y personajes a los que conviene escuchar, si bien a unos más que a otros. Resopla con virulencia la crisis, sus consecuencias y eso sí, un tímido optimismo de que las cosas empiezan a tomar cuerpo y la salida está próxima. Los pronósticos son halagüeños para unos, regulares para otros, y catastróficos para el resto. Entre ellos España.

Podía haberlo dicho más o menos alto, pero no tan claro ni contundente el nuevo gurú de la economía mundial, Roubini, el economista que en 2006 se atrevió a pronosticar el ímpetu desgarrador de la crisis financiera y económica así como sus consecuencias. La perspectiva para España, a la que se tacha incluso de amenaza para el euro es, simplemente, demoledora, por mucho que se trate desde el Gobierno de ignorar o maquillar las palabras de aquél.

Nuestra economía sigue lastrada, atenazada, no hay estímulo, no hay músculo. Laminada en una espiral de indecisión y huérfana de medidas que la espabilen. Siguen demorándose las necesarias reformas, aunque tal vez ya no se quieran ignorar como hace unos meses tan sólo. Algo hay qué hacer, y hacerlo en el sentido correcto. La vicepresidenta económica sugiere, en vez de actuar con energía y contundencia, que tal vez pese, y mucho, cierta animadversión anglosajona hacia nuestro país. Malos argumentos cuando la impotencia, y tal vez la incompetencia asoman a la superficie. No deja en buen lugar a nuestros socios europeos, y lo que es peor, a un miembro del Gobierno que preside de paso la Unión Europea. Por lo de pronto Bruselas ya advierte que el FROB tiene menos vigencia de la pretendida, y avisan los postulantes a dirigir el Banco Central Europeo que las decisiones de éste, los tipos de interés o inyecciones de liquidez al sistema monetario, no se supeditarán a las necesidades o ayudas de uno o dos países. Velada amenaza a nuestro país, así como al heleno. ¡Ay, si fueran galos y germanos los necesitados!

Esta nueva edición del Foro de Davos, será testigo de intensos debates, reuniones formales e informales y ciertas confidencias que si bien no van a solucionar los problemas del mundo sí al menos diagnostican y analizan algunos de ellos. Y las cosas seguirán como hasta ahora. La pregunta es, ¿sirve realmente para algo más que para ser un escaparate de buenas intenciones y de cifras maquilladas?, ¿resuelve acaso los problemas del mundo o mejora por el contrario el de los países más ricos que miran hacia donde más les conviene? Hablarán de la ética de los mercados, ¡como si éstos tuvieran ética!, de la supervisión y la nueva regulación financiera, del buen gobierno de directivos y administradores, de la salida a esta crisis, la crisis de los ricos, pero olvidarán a ese tercer mundo cada vez más hundido en la ciénaga de la miseria. España y su presidente tendrán sus minutos de gloria, pero el diagnóstico es y ha sido demoledor. Ahí acabará Davos.

Abel Veiga Copo. Profesor de Derecho Mercantil en Icade

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