La inesperada y crucial semana de Bernanke
Ben Bernanke fue el hombre del año en 2009, según la revista Time, pero en el actual ambiente económico y de volatilidad política, sus credenciales está lejos de impresionar al Senado, el lugar donde se debe decidir si sigue presidiendo la Fed o no.
El 31 de enero finaliza el mandato de cuatro años de Bernanke al frente de la Autoridad Monetaria y aunque el verano pasado el presidente, Barack Obama, apoyó su candidatura para renovar el puesto por cuatro años más, es el pleno del Senado el que tiene que darle la luz verde. A siete días de final de mes, los legisladores no solo no le han dado ese voto aún sino que además hay dudas sobre si este saldrá adelante. Sería la primera vez en la historia. El viernes, dos senadores demócratas dijeron que votarían en contra y para complicar más las cosas, el líder de los demócratas en la cámara, Harry Reid, no comprometió su apoyo.
Los mercados sufrieron un fuerte varapalo ese día porque tampoco está claro que la minoría republicana, hasta ahora muy obstruccionista, permita sumar los votos suficientes para nombrar a Bernanke. Al cierre de la jornada bursátil y tras una llamada de la Casa Blanca, Reid emitió un comunicado mostrando un apoyo condicional.
La Casa Blanca confía que en estos siete días se renueve su cargo como líder de la Fed
El problema es que la renovación de la presidencia de la Fed llega en un momento en el que la tímida recuperación de la crisis económica está beneficiando a quienes se perciben como artífices del colapso financiero pero no a los ciudadanos de rentas bajas y medias. EE UU no está acostumbrado ni tiene red social para soportar una tasa de paro de larga duración del 10% y unos ingresos salariales mermados.
Los ciudadanos tienen sentimientos encontrados y sobre las soluciones políticas a la crisis lo que ha abierto la espita en Washington. A Bernanke se le percibe como uno de los responsables de las condiciones que crearon la actual situación y parte del equipo que ha estabilizado la banca pero no la economía.
La situación política se resume con dos palabras: nerviosismo y oportunismo, máxime después de la sorprendente victoria la semana pasada de Scott Brown en la pugna por el escaño ocupado por Ted Kennedy durante décadas. Brown era un casi desconocido republicano muy conservador en la normalmente progresista Massachusetts.
Es un cocktail difícil de digerir en un año de elecciones como éste. En noviembre se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del Senado y los políticos quieren ser pragmáticos no desde el punto de vista legislativo, sino desde el electoral. Quienes más temen por su escaño, los demócratas Bárbara Boxer de California y Russ Feingold de Wisconsin son los que dijeron el viernes que no apoyarán un segundo mandato de Bernanke.
Durante el fin de semana tanto el presidente como su jefe de gabinete, Rahm Emanuel, han estado hablando con legisladores de ambos partidos y el domingo se transmitió desde la Casa Blanca que había confianza en que esta semana se cerrara este capítulo.
Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado dijo en Meet the Press, uno de los programas de televisión más influyentes de los domingos, que espera que Bernanke repita, dando a entender que habrá un apoyo bipartidista a su candidatura. McConnell no desveló el sentido de su voto.
¡Es el déficit!
Para conseguir el "si" de los senadores fiscalmente más moderados, Obama se ha comprometido a apoyar la creación de una comisión que proponga medidas vinculantes para reducir el déficit presupuestario. Obama quiere además que este apoyo le ayude a conseguir que este grupo de legisladores acceda a subir el techo de la deuda para mantener los gastos corrientes del Estado. La comisión es una iniciativa bipartidista de dos senadores que no está muy secundada en la cámara porque establece que sus conclusiones sean vinculantes e inevitablemente pasarán por subir impuestos (algo que aborrecen los republicanos) o recortar gastos (difícil de asumir, en general para los demócratas). De no prosperar el voto para crear la comisión el martes, Obama dice que la formará con una orden ejecutiva algo, eso si, que impide que sus decisiones sean vinculantes.
Así pues, con compromisos y temores se inicia una semana sorprendentemente crucial para Bernanke. De no conseguir el voto del Senado en los siguientes siete días, Donald Kohn, vicepresidente de la Fed podría asumir la vacante. Bernanke, que seguiría siendo gobernador de la Fed, podría seguir siendo presidente del Comité Abierto, que fija la política monetaria, si así lo deciden sus colegas en la reunión de los días 26 y 27. Mientras tanto se empieza a rumorear que como Plan B, los asesores de Obama, Larry Summers, Christina Romer o el veterano Paul Volcker pudieran ocupar el puesto.
Los mercados esperan impacientes. Bernanke también y a nadie pasa desapercibido que en el actual ambiente político dar más poder a la Fed, dentro del marco de la reforma regulatoria será difícil. Evitar que salga adelante una iniciativa para auditar a la autoridad monetaria, algo muy contestado por Bernanke, también.