Australia, un continente con forma de isla
La oferta turística del coloso de Oceanía abarca de desiertos a selvas y de urbes a playas.
Un dato: entre 2007 y 2008 fueron los turistas españoles los que más crecieron en Australia, registrando un aumento del 26% que, sin embargo, se frenó en seco el curso pasado debido a la crisis económica. Dicho incremento es poco sorprendente, dado que la oferta del país austral es casi inigualable. Y a que cada vez existen conexiones aéreas más rápidas y con menos escalas gracias a aerolíneas como Iberia en colaboración con Qantas; Singapore Airlines, Qatar Airways y Thai Airways, entre otras.
El principal atractivo de la isla -por más que su tamaño aconseje referirse a ella como continente- es precisamente su riqueza natural y paisajística. Sus más de siete millones de kilómetros cuadrados y su situación en el globo permiten al viajero pasar en pocas horas del desierto del interior a una selva tropical de 135 millones de años en Daintree Rainforest o a las largas y blancas playas de la costa este. Todo en un mismo país.
Es por eso que, al margen del placer intrínseco de saberse al otro lado del globo terráqueo, la oferta de ocio australiana es enorme. Desde el turismo urbano en sus principales ciudades -Sidney y Melbourne- hasta la visita a alguno de los 60 parques naturales y reservas del territorio del Norte, como el célebre Parque Nacional de Uluru-Kata Tjuta, donde se encuentra el mayor monolito del mundo, Ayers Rock. Sin olvidar, por supuesto, la Gran Barrera de Coral, el paraíso de todo buceador, visible además desde el espacio exterior gracias a sus 2.600 kilómetros de longitud.
Más allá de su privilegiado entorno natural, la antigua colonia penal británica rezuma cultura. Una de las propuestas que están ganando peso últimamente es conocer Australia a través de la mirada de los aborígenes, presentes en la isla desde hace más de 50.000 años y cuyas gentes tienen una profunda y ancestral conexión con el mundo.
Un destino, pues, que rezuma actividad y una naturaleza de sobrecogedora belleza. Quizá los convictos británicos enviados a Australia en el siglo XVIII encontrasen su castigo más cercano al paraíso que al infierno.
¿Canguro o 'cañguro'?
Es harto conocido que fueron los británicos los que colonizaron Australia a finales del siglo XVIII, estableciendo asentamientos penales -anteriormente afincados en las recién perdidas posesiones americanas- que más tarde crecerían hasta proclamarse en 1954 la Mancomunidad de Australia. Pero fueron marinos españoles los primeros en avistar la isla allá por el siglo XVI cuando navegaban por el Pacífico, aunque lo mantuvieron en secreto por razones estratégicas. Así lo establecen recientes estudios realizados a partir del descubrimiento de cascos pertenecientes a soldados españoles en las costas. Siempre nos quedará la duda, pues, de qué hubiera sido del país si su lengua fuese hoy el castellano en vez del inglés.