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Tribuna
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La UE en Centroamérica

Se ha cumplido más de un año desde el estallido de la peor crisis económica y financiera desde el final de la segunda guerra mundial. Si bien el origen de la crisis se encuentra en los mercados financieros, el comercio exterior ha sido una de sus principales víctimas: en 2009, los intercambios comerciales mundiales cayeron en un 10%, según la Organización Mundial del Comercio.

Hoy la tormenta financiera ha amainado, gracias a los esfuerzos concertados de nuestros Gobiernos para estabilizar la situación, sin los cuales probablemente se hubiera desatado una epidemia de proteccionismo a escala mundial, como ocurrió durante la Gran Depresión de los años 30. Sin embargo no por ello debemos bajar nuestra guardia: este año, con el empeoramiento del desempleo en muchas economías se podrían reanudar las presiones proteccionistas. El proteccionismo es una legítima preocupación para los Gobiernos ya que contribuye a disminuir la riqueza total de una economía. Y nuestras economías están tan íntimamente entrelazadas que lo que afecta a uno, afecta al otro, o sea que con el proteccionismo perdemos todos.

Para la Unión Europea, la mejor medicina contra el proteccionismo es la apertura de los mercados. Por ello estamos apoyando una conclusión a las negociaciones de la Ronda de Doha justa y equilibrada de la que todos salgamos ganando, tanto países en vías de desarrollo como los países industrializados, y por supuesto, los países más pobres. Según nuestros cálculos un acuerdo en la Ronda de Doha inyectaría más de 150.000 millones de euros adicionales a la economía mundial cada año, y ello sin ningún coste al contribuyente.

Más allá de Doha estamos impulsando negociaciones con nuestros socios comerciales más importantes que comparten nuestra visión económica y nuestros valores políticos. Las negociaciones para un acuerdo de Asociación con Centroamérica forman parte de este objetivo. Estas negociaciones servirán para establecer unos acuerdos progresivos de bloque a bloque, fórmula propuesta por los países centroamericanos y que la UE respetó desde el principio. De esta manera, abriremos nuevas puertas para nuestros exportadores, inversores y -no lo olvidemos- nuestros consumidores, que tendrán mayor acceso a una más amplia gama de servicios y productos más asequibles. Nuestros objetivos comerciales son ambiciosos: cobertura total de nuestros bienes industriales, así como una liberalización avanzada en el comercio agropecuario. Por añadidura, esperamos lograr un acuerdo ambicioso en áreas de interés mutuo como el comercio en servicios, inversión y las compras públicas.

Cabe hacer hincapié en que los beneficios económicos para Centroamérica están en gran parte ligados a la creación de un mercado regional lo suficientemente grande como para atraer el comercio y la inversión extranjera, que se han convertido hoy día en el motor de la economía mundial. En este sentido, la UE ve con especial importancia el objetivo de rubricar un Acuerdo de Asociación con Centroamérica dentro de un marco regional. La conclusión el mes pasado de la disputa sobre el gravamen del banano demuestra el compromiso de la Unión Europea con América Latina y además despeja el camino en las negociaciones, que se encuentran hoy en su recta final.

Estudios independientes muestran que nuestras economías se verían beneficiadas con un acuerdo. Un área de libre comercio aportaría a la región centroamericana beneficios de hasta 2.600 millones de euros (unos 3.750 millones de dólares) y a la UE de hasta 2.300 millones de euros (unos 3.330 millones de dólares). Merece la pena, además, señalar que los estudios enfatizan que cuanto más integración, más beneficiosos serán los efectos para ambas partes. Sin embargo, nuestros objetivos en estas negociaciones van más allá de lo puramente económico. Nuestro objetivo común es estrechar nuestras relaciones en todos los ámbitos y en particular fortalecer nuestra cooperación al desarrollo así como nuestro diálogo político.

La Unión Europea está comprometida con los desafíos del desarrollo. Por ello en esta negociación hemos acordado fomentar los aspectos de sostenibilidad, no sólo para limitar cualquier impacto medioambiental relacionado con la actividad comercial, sino también para impulsar una economía más ecológica. El acuerdo gozará de un sistema de seguimiento por parte de la Sociedad Civil que velará por la aplicación de las cláusulas de desarrollo sostenible. La Unión Europea es además el mayor proveedor de ayuda al desarrollo de América Latina, en particular en América Central.

Nuestro objetivo es concluir las negociaciones sobre el Acuerdo de Asociación con América Central en mayo en Madrid, durante la presidencia española de la Unión Europea. Para alcanzar esta meta, varias sesiones de negociación tendrán lugar en los próximos meses.

La conclusión de este tratado debe entenderse dentro de la lógica de nuestras relaciones con América Latina, región que ha demostrado un enorme potencial de desarrollo y capacidad de jugar un papel cada vez más importante en foros internacionales. Durante mi periodo de ejercicio como comisaria Europea he constatado el fortalecimiento de la situación económica y política en esta parte del hemisferio. Los países centroamericanos se encuentran hoy mejor preparados para afrontar el futuro, y ello gracias a la solvencia de su gestión en los últimos años.

La conclusión de estas negociaciones de cara a la Cumbre UE-América Latina en Madrid será el primer paso en la nueva era de cooperación entre Europa y Latinoamérica. América Central tendrá un lugar privilegiado en esa nueva relación.

Benita Ferrero-Waldner. Comisaria europea de Comercio Exterior

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