_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El potencial de los vehículos eléctricos

El Gobierno ha mostrado un gran interés en la promoción de los vehículos eléctricos (VE) en España. El Proyecto Movele prevé la introducción en un plazo dos años de 2.000 VE, así como la instalación de 546 puntos de recarga. El objetivo a largo plazo es alcanzar la cifra de un millón de VE (e híbridos) en el año 2014. Se ha escrito extensamente sobre los potenciales beneficios (y costes) de la introducción en masa de estos vehículos (seguridad de suministro e independencia energética, reducción de emisiones de gases contaminantes, ahorro en importaciones de energía, etcétera). Sin embargo, escasa atención se ha dedicado a las reformas necesarias en el sistema eléctrico que ayudarían a maximizar los beneficios de este proyecto.

Este artículo expone dos de estas reformas: en el corto-medio plazo, la implantación masiva de contadores con discriminación horaria que permitan desincentivar la recarga del vehículo eléctrico en hora punta; y, en el largo plazo, una reforma estructural de las redes actuales en favor de redes inteligentes.

Las redes eléctricas tradicionales permiten que la energía circule de la red hacia el VE, en una única dirección. El VE es de facto una fuente adicional de demanda eléctrica en el sistema. Los beneficios directos para el propietario del vehículo vienen determinados principalmente por el menor coste de transporte, en comparación con el uso de un vehículo tradicional, particularmente si el VE se recarga por la noche, cuando el coste de la energía es menor.

Los datos que maneja el Gobierno apuntan que recargar el coche por la noche costaría, aproximadamente, 1,5 euros cada 100 kilómetros, mientras que en los automóviles de gasolina el importe está en torno a los seis o siete euros. La recarga del vehículo eléctrico por las noches es especialmente interesante en España, ya que facilitaría la integración y uso más eficiente de los recursos eólicos disponibles. Concretamente, contribuiría a absorber la producción eólica que actualmente no encaja en el sistema, especialmente por la noche cuando suele haber más viento y sobra producción.

Para maximizar los beneficios del VE, es imprescindible que la recarga se produzca en periodos de baja demanda, cuando hay exceso de capacidad de generación eléctrica. La recarga durante periodos pico podría obligar a invertir en nuevas plantas de generación (y redes) para cubrir el incremento de la demanda pico, generando sobrecostes importantes para el sistema.

La manera más simple y efectiva de incentivar correctamente a los propietarios para que recarguen su vehículo eléctrico en periodo de baja demanda es que el precio por recarga refleje implícitamente el coste real de generar la electricidad: un precio más caro durante las horas punta (cuando el coste de producir electricidad es más alto) y más barato durante los periodos de baja demanda.

En el corto plazo, la implementación de estructuras tarifarias de precios dinámicos de electricidad que reflejen el coste real de la energía producida hará necesaria una inversión importante en contadores inteligentes con discriminación horaria. Una reforma regulatoria de la tarifa de acceso eléctrica que incremente el precio relativo de los precios punta frente a los precios valle también podría ayudar a generar los incentivos correctos.

En un futuro más lejano, la inversión en redes inteligentes (tipo V2G) permitirá que la energía pueda circular de manera bidireccional entre la red y los VE. Las baterías de los vehículos eléctricos se convertirán no solamente en fuente de demanda eléctrica en horas de baja demanda, sino también en una fuente de generación eléctrica para el sistema en horas punta.

No sería irreal pensar entonces en la posibilidad de que las empresas eléctricas abonasen pagos a los dueños de los VE. Las redes inteligentes permitirán que las baterías sean utilizadas como medio de almacenamiento de energía distribuida. Los vehículos eléctricos aparcados podrían entonces vender energía a la red cuando el sistema eléctrico la necesitase, convirtiéndose en una fuente potencial de ingresos para su propietario.

Las baterías podrían desempeñar además un papel importante en la estabilización de la red energética. Aplanarían la curva de demanda eléctrica evitando altos picos de demanda, manteniéndola más constante entre los periodos de baja y alta demanda. Los vehículos eléctricos y las redes inteligentes ayudarían por tanto a mejorar la gestión, eficiencia y calidad de la red.

La modernización de las redes eléctricas requeriría un importante esfuerzo inversor por parte del Gobierno y de la industria eléctrica. A día de hoy, el elevado coste de las redes V2G no parece justificar esta inversión. Sin embargo, cuando el parque automovilístico de VE alcance cierta madurez los beneficios adicionales de invertir en redes inteligentes empezarán a justificar los costes. Importantes empresas energéticas americanas (Xcel, PG&E o SCE, entre otras) ya desarrollan programas piloto para evaluar su rentabilidad y viabilidad.

José Antonio García. Socio de The Brattle Group

Archivado En

_
_