Carta a los Reyes Magos de la presidencia europea
El riesgo de que la gestión española de la presidencia europea se incorpore a la pugna política de los dos grandes partidos es reducido siempre que José Luis Rodríguez Zapatero no abuse de las fotos como la que el martes se hizo en La Moncloa con Jacques Delors, Felipe González, Pedro Solbes y Elena Salgado. En la dirección del PP se atribuye esta singular cita a la estrategia de imagen que tanto gusta al presidente del Gobierno, pero la prudencia aconseja esperar a ver el recorrido que tiene en los próximos meses este grupo de 'sabios' antes de extraer conclusiones apresuradas.
Las posibilidades de que Mariano Rajoy aproveche el papel de Zapatero en la presidencia de la UE para intentar erosionarle en caso de que algunos de sus objetivos se tuerzan, están limitadas por la proposición no de ley aprobada el 15 de diciembre en el Congreso con los avales del PSOE, el propio PP y los nacionalistas vascos y catalanes. En ella se fijan las prioridades del semestre europeo, entre las que sobresale la lucha por la recuperación económica y el impulso de un modelo de crecimiento sostenible para la creación de empleo de calidad, ya proyectado en la estrategia post-Lisboa.
En esta iniciativa parlamentaria, el Congreso emplazó al Gobierno a favorecer la recuperación de los límites del déficit público fijados en el pacto de Estabilidad y a fijar una estrategia de salida de las políticas macroeconómicas expansivas. El Gobierno se comprometió también en esta proposición no de ley a realizar un seguimiento de las medidas adoptadas, y de las pautas de salida de la crisis aplicadas a escala comunitaria, como el plan europeo de recuperación económica.
La misma iniciativa emplazó también al Ejecutivo de Zapatero a priorizar el desarrollo legislativo en el ámbito de la crisis financiera a través del aumento de la transparencia en la regulación, la introducción en la misma de elementos contracíclicos, la nueva regulación de las agencias de rating, el reforzamiento de la infraestructura de los mercados de capitales y el establecimiento de un esquema de supervisión financiera europea. Por último, la proposición hizo hincapié en la definición de un sistema de gestión de la crisis, en particular de un mecanismo de intervención temprana y de resolución de los problemas bancarios, en la conveniencia de abordar la regulación de los fondos de inversión alternativos.
El pobre papel desempeñado por Europa en cumbres como la celebrada a finales de 2009 en Copenhague, los problemas de fondo que han impedido hasta ahora que la Unión a 27 hable con una voz única en los foros económicos y políticos más importantes y el largo rodaje que va a necesitar la presidencia bicéfala recién estrenada, invitarían a interpretar parte de los objetivos marcados por la citada iniciativa parlamentaria como una generosa carta a los Reyes Magos, cuyo desenlace final habrá que analizar separando muy bien lo que es la propaganda oficial de los resultados reales.
El PP, pese a haber suscrito junto al PSOE, CiU y el PNV, esta especie de aval al Gobierno para que conduzca de manera eficaz la cuarta presidencia comunitaria que ostenta España, tiene claro que una cosa es el apoyo institucional y otra hacerse cómplice de las decisiones de política económica que el Gobierno está adoptando en casa. De ahí que en los planes del primer partido de la oposición no entre la concesión de una tregua a la ofensiva que viene desplegando desde 2007 para denunciar lo que considera son los grandes errores de bulto de la hoja de ruta elegida por Zapatero para salir de la crisis. De hecho, mañana registrará en el Congreso una batería de medidas para precisar su posición en tres aspectos claves: la reforma laboral, la reforma fiscal y el sistema financiero.
La multitud de actos y citas internacionales que se celebrarán en la presidencia española no distorsionarán, se considera en la dirección del PP, el centro de gravedad sobre el que el partido hace girar su política de oposición. Pero, en la práctica, sí obligarán a los cerebros de Génova, 13, a medir bien el alcance de sus críticas para impedir que un balance poco lustroso de la presidencia europea pudiera achacarse a la lucha partidista.
En este contexto, el protagonismo en el ámbito económico que quiere asumir desde el principio el belga Van Rompuy como presidente del Consejo Europeo, puede jugar a favor de las posiciones de Zapatero, se opina en el PP. De ahí la intención del presidente español de delimitar también desde el primer momento su campo de acción con el pretexto de consolidar el buen rodaje de las nuevas instituciones comunitarias.