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Tribuna
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Grecia, un 'downgrade' en la zona euro

La bajada del rating de Grecia no hace más que resaltar los retos fiscales futuros a los que se enfrentan muchos países, destacar la dualidad existente entre las economías que conforman la zona euro y plantear el debate sobre el grado de intervención y ayuda financiera que se estaría dispuesto a ofrecer a algún miembro en caso de necesidad.

El martes, la agencia de calificación Fitch anunció una bajada del rating de Grecia, pasando de ser A- a BBB+, permaneciendo en estado de vigilancia. La importancia de este hecho radica en que es el primer país de Europa Occidental (sin contar Islandia) en ver cómo su riesgo crediticio bajaba del estatus psicológico de A, acercándose a riesgos soberanos de países de Europa del Este como Rusia, Lituania y Croacia, que ostentan un rating de triple B (el siguiente nivel crediticio ya se situaría en los denominados bonos basura, doble B). Las otras dos grandes agencias, Moody's y S&P, también han situado a Grecia en nivel de vigilancia, antes de probablemente secundarles.

Es cierto que no es la primera vez que Grecia ve cómo su rating baja (ya en el mes de enero se reevaluó su riesgo de A a A-). Sin embargo, en los inicios de la recuperación económica, los mercados empiezan a preocuparse por las deterioradas cuentas fiscales de los distintos países y a preguntarse cómo lograrán sanearlas, tras deteriorarlas en su intento de minimizar el impacto de la crisis financiera mundial. Por ello, es importante que los Gobiernos transmitan credibilidad y planteen una política fiscal sostenible.

En el caso de Grecia, se estima que alcanzarán niveles de endeudamiento del 130% de su producto interior bruto y un déficit público para este año del 12,7%. Este hecho, unido a la clásica incertidumbre de un cambio de Gobierno producido en octubre de este año, ha provocado que saltasen las alarmas. Según se realizó la toma de poder, el nuevo Gobierno socialista anunció que el déficit fiscal para 2009 sería más del doble del presupuestado inicialmente. Lo cual, aparte de poder resultar oportunista, subraya los retos futuros a los que se enfrenta Grecia.

Aunque el Gobierno griego también anunció que espera reducir el déficit hasta niveles de 9,1% del PIB para 2010, las dudas que generan sus cuentas públicas a medio y largo plazo han provocado un replanteamiento de su riesgo de impago. Hay que recordar que Grecia viene incumpliendo el Pacto de Estabilidad de la zona euro desde 2001 y que llevan fracasando en su intento de realizar reformas estructurales que lleven a cumplir con un déficit público de no más del 3% del PIB exigido. Por ese motivo, las presiones desde la zona euro vienen creciendo, exigiendo a Grecia un plan fiscal que permita un control y saneamiento de sus cuentas. Con ese propósito, se espera que este mes Grecia presente ante la Comisión Europea un nuevo proyecto para su posterior aprobación en febrero.

El hecho de que se haya producido tras la crisis de Dubai vuelve a sacar a debate la garantía implícita de la deuda. Aun no siendo totalmente comparable, Dubai World no es un estado sino una empresa estatal. Grecia ha venido favoreciéndose de su pertenencia a la zona euro. Implícitamente los inversores han podido y pueden pensar que Grecia se encuentra bajo el paraguas del Banco Central Europeo (BCE) y que se acudiría a su rescate. Sin embargo, no existe ninguna cláusula que exija a un país hacerse cargo de la deuda de otros.

Hoy se plantean dudas como: ¿qué país cuenta con arcas públicas suficientemente saneadas? ¿Afectaría un impago sobre el resto de la zona euro? ¿Sería el Fondo Monetario Internacional quién tuviese que salir a su rescate, tal como sucedió con Hungría y Letonia, miembros de la Unión Europea? Esto último significaría el primer rescate de un miembro de la zona euro.

Lo cierto es que Grecia ya ha empezado a sufrir las primeras consecuencias. El spread crediticio entre el bono alemán a diez años y su equivalente griego llegó a estar un 2,5% más caro. Esto implica un peor acceso a la financiación y por consiguiente un mayor deterioro de sus cuentas públicas. Por suerte, aquellas entidades bancarias que tengan en balance deuda soberana griega podrán seguir aportando ese papel como colateral en las subastas de liquidez del BCE, ya que el rating de los activos aceptados se redujo por debajo de A- a finales del 2008.

De esta manera, la diferencia entre los países de la zona euro sigue ensanchándose. Ya se observan dos grupos de países, aquél liderado por Alemania y Francia, que han registrado crecimientos trimestrales y de los que se prevé que salgan de la recesión en 2010. Y otro formado entre otros por España, Grecia e Irlanda, cuyas perspectivas económicas no son muy alentadoras.

Aunque la comparativa es odiosa y no rigurosa. España, también en la necesidad de tomar medidas para ajustar su déficit público, cuenta con unos niveles de endeudamiento notablemente menores (se estiman en el 67% del PIB para 2010). No obstante, resulta alarmante el ritmo de deterioro, uno de los mayores de la zona euro.

Sin posibilidades de devaluación, las políticas fiscales de los países miembros de la zona euro se antojan claves.

Rodolfo G. Campos / Dionisio García Píriz. Profesor e investigador del IESE

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