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Columna
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La tasa post-Tobin

Cuál es la manera adecuada de gravar a los bancos? La idea de cobrar una tasa Tobin sobre las transacciones financieras se está desvaneciendo. Gordon Brown fracasó en el intento de impulsarla en la última cumbre del G20. El debate se está centrando ahora en constreñir la libertad de los bancos en beneficio de los contribuyentes. Una de las aproximaciones más prometedoras es la de obligar a los bancos a que paguen un seguro en función de los riesgos que asuman.

Aunque no haya consenso acerca de cómo debería funcionar la tasa de los bancos sí hay un par de aspectos que cada vez están más claros.

El primero es que los bancos que representen un gran riesgo para el sistema deberían aguantar mayores cojines de capital y liquidez. Esta idea se conoce como la tasa de las "demasiado grandes como para caer".

La segunda cuestión se centra en el hecho de que los bancos que se autofinancian con dinero al por mayor a corto plazo corren más riesgo que las que se limitan a gestionar dinero a largo plazo o tienen depósitos minoristas estables. La idea sería que cuanto más dinero caliente se toque más se tenga que pagar. Se podría considerar esta tasa una especie de seguro que los bancos privados pagarían a los centrales para que -como último recurso- éstos hagan de prestamistas.

La ventaja de esta tasa es que incentivaría a los bancos para que recurran a fuentes de financiación más estables. Y otra es que la tasa podría variar en función del ciclo: si el banco central considerase que se está inflando la burbuja podría subir el importe. Finalmente, la tasa generaría una bolsa a la que recurrir en caso de nuevas quiebras de bancos que no provendría -directamente- de los contribuyentes.

No es necesario tener que elegir entre una tasa para el dinero caliente o una para las "demasiado grandes como para caer". Cada una consigue objetivos diferenciados pero complementarios. Las autoridades deberían quedarse con las dos.

Por Hugo Dixon

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