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Medios de pago

España es el país donde resulta más caro manejar billetes

El efectivo no es gratuito. España es el Estado de la UE donde manejar billetes y monedas representa un mayor desembolso en términos proporcionales. Hasta un 0,8% del PIB, según la consultora RBR. Esto se debe a que el país es uno de los más asiduos a recurrir al dinero contante y sonante en los pagos minoristas.

El efectivo tiene precio. Y no sólo el que marcan los bancos centrales, sino el derivado de contarlo, almacenarlo, distribuirlo y prestarle atención. No vaya a ser que se pierda o alguien lo robe. Pero gestionarlo no cuesta lo mismo en todas partes. De acuerdo con un informe de Retail Banking Research (RBR) publicado en mayo, España es la nación europea donde la gestión de monedas y billetes sale más cara en términos relativos. La consultora británica estima que dedicó en 2007 el 0,8% de su PIB a estas labores. Es decir, 8.405 millones de euros. Para el resto de naciones supone una media del 0,6%. En cifras absolutas, Alemania va a la cabeza. Usar efectivo le cuesta 14.500 millones.

Estos datos se deben, en buena medida, a la afición que tienen los españoles a atender sus compras en efectivo. De acuerdo con el informe, monedas y billetes fueron el medio de pago usado en más de un 80% de las transacciones nacionales. Sólo Italia y Grecia superan a España.

En la UE se realizaron 390.000 millones de pagos minoristas en 2007. El efectivo atendió, según RBR, el 79% de estas operaciones. El porcentaje restante se reparte entre las tarjetas (7,6%), domiciliaciones (5%), transferencias (6,7%), cheques (1,6%) y otros medios de pago (0,3%).

Pero monedas y billetes pierden adeptos poco a poco. Los países de la región han logrado incrementar los pagos sin efectivo un 6,4% por ejercicio entre 2000 y 2007, afirma la consultora. En este periodo pasaron de 53.900 millones a 83.100 millones de transacciones. Dos terceras partes de éstas operaciones se realizan en la eurozona.

A pesar de esta progresión, no todos creen que el efectivo esté abocado a la extinción. "Si bien es cierto que en términos de importe reduce su importancia, la cantidad de billetes que cambian de manos aumenta", explica Mal McHutchinson, director de marketing de Talaris. Esta firma, con presencia en 100 países y 2.100 empleados, está especializada en la gestión de efectivo. En España trabaja con casi todos los grandes bancos, cajas y cadenas de distribución.

Un ballet de medios de pago

Para McHutchinson, "los medios de pago electrónicos ganarán terreno sólo si no se reducen los costes de manejar efectivo". El ejecutivo no cree que se imponga ningún sistema sobre los demás claramente. En última instancia aparecerá "una coreografía de medios de pago, donde unos se complementen a otros".

La sustitución de monedas y billetes es un debate acalorado, pero ningún estudio ha dilucidado todavía cómo se verían afectados todos los actores de la economía (Estado, entidades privadas, ciudadanos, consumidores…). Y es que, como recuerda la consultora londinense, cada parte tiene sus propios intereses.

Los bancos centrales obtienen regalías de la emisión de papel moneda, la ciudadanía trata el dinero como un servicio público y no comprende los costes que conlleva, y el comercio tiene la percepción de que el efectivo le resulta más ventajoso. "El efectivo tiene la ventaja de que es instantáneo. Siempre tendrá un sitio en las compras de bajo importe", recuerda McHutchinson. "Pero además, no desaparecerá porque la gente aprecia el anonimato que conlleva", agrega.

Para el ejecutivo de Talaris el actual contexto de adversidad económica juega a favor del dinero físico. "Cuando la gente trata de ahorrar, los billetes se vuelven más fuertes".

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