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A fondo

Dos bancas, dos negocios, dos cuentas

A la vista de los resultados del tercer trimestre, no es posible hablar de la gran banca de EE UU en singular y de forma general. Poco más de un año después de la puesta en marcha del TARP (el plan público de salvamento bancario) hay unas entidades que están registrando unos beneficios que hacen olvidar que ha habido crisis y otras que no permiten pensar en que el fin de este convulso periodo esté cercano.

La diferencia es que cada entidad tiene su base de negocio en un lugar distinto, la banca de inversión y los mercados por un lado y la banca comercial por otro. Eso es algo que salta a la vista en las cuentas de resultados de un banco con un pie en cada negocio como JPMorgan.

La entidad dirigida por Jamie Dimon cerró sus cuentas del tercer trimestre con unos beneficios de 3.588 millones de dólares pero más de la mitad de ellos, en concreto 1.921 millones, provinieron de la división de banca de inversión que ha recuperado un pulso que parecía perdido. El año pasado, en las mismas fechas, esta actividad fue responsable de un beneficio de 882 millones de dólares.

Parte de la magia de este crecimiento llega no solo de la absorción de Bear Stearns sino también de la subida de las comisiones un 4%, y las operaciones en el mercado de renta fija, un área que ha sido muy rentable gracias a los diferenciales actuales.

Una vez que se sale de este área y se ingresa en las cuentas de banca comercial, la de la ventanilla que conecta con la economía real (Main Street), la foto es distinta.

La banca comercial de JPMorgan tuvo unos resultados similares a los de hace un año, 341 millones de dólares pero los servicios financieros al por menor solo sumaron siete millones a las cuentas cuando hace un año añadían 64. ¿Servicios de tarjetas de crédito? 700 millones de pérdidas, peor que el trimestre anterior y sin comparación con el de 2008 cuando este negocio arrojaba beneficios de 292 millones.

Este banco ofrece con sus cuentas una radiografía de la gran banca y de la situación en la que vive un país en la que se da por sentado que sea cuestión de (poco) tiempo llegar a un 10% de paro, el consumo no despega, el sector de la vivienda se mueve gracias a las ayudas de Estado, los ciudadanos tienen cada vez más problemas para pagar a tiempo sus facturas y el crédito sigue sin fluir pese a los muchos esfuerzos del Tesoro y la Reserva Federal.

También este es un país en el que la Bolsa lleva una larga trayectoria de recuperación y los resultados empresariales de muchas compañías están siendo "mejor de lo esperado" por los analistas, algo que funciona como un contrapeso en una polea y que eleva la cotización de los valores.

El negocio de banca que se basa en prestar dinero aún tiene que tomar el camino de la recuperación y los bancos que tienen una gran exposición a este negocio lo han notado.

Dimon fue muy cauto en este sentido en la presentación de sus resultados.

Y también lo fue el presidente de Bank of America. No sin motivo ya que esta entidad, un gigante en la banca comercial, ha incluido en sus libros una pérdida trimestral de 1.000 millones de dólares. La primera explicación que se da en su nota a los inversores es que los resultados "recibieron un impacto negativo por la continua debilidad de la economía americana y global además de la presión en el consumidor, que continua suponiendo altos costes en los créditos". Citigroup, por su parte, solo ha podido cuadrar unos beneficios de 100 millones de dólares y las depreciaciones de sus activos se siguen contando en miles de millones.

Mientras tanto, Morgan Stanley y Goldman Sachs ha seguido la misma estela que la banca de inversión de JPMorgan y que los mercados: la ascendente. Y no solo por el retorno del negocio de este tipo de banca, donde se mueven estas dos entidades con menos competencia a partir de esta crisis, sino también por sus propias operaciones bursátiles. Ambas entidades han abrazado el riesgo en sus apuestas y se han generado buenos beneficios, sobre todo en renta fija.

El VaR de Morgan Stanley, un ratio que mide lo que el banco estima que puede perder en un solo día en los mercados, fue de 168 millones, un 9% más que en el anterior trimestre. La media diaria de Goldman Sachs, un banco cuyos beneficios le van a permitir pagar un bonus este año casi récord, fue de 208 millones. Es decir, viento en popa mientras los mercados sigan en el actual rumbo.

Alto nivel de riesgo

Aunque en los parqués se viva una cierta euforia hay economistas y analistas muy preocupados porque pese a las ayudas directas o indirectas, la liquidez inyectada por la Fed, el precio del dinero a casi el 0%, los avales para la emisión de deuda del Fondo de Garantía y las ayudas del Estado, la salud de los bancos que se dedican a prestar a familias y pymes no permite pensar en que vaya a restablecerse la normalidad a corto o medio plazo.

Pero además, la semana pasada, Neil Barofsky, el inspector general del TARP dijo en la CNN, que ahora el riesgo financiero es mayor.

"Los bancos que eran muy grandes como para caer son ahora mayores", dijo Barofsky. Y efectivamente, sucesivas fusiones apoyadas y animadas por Washington en el último año han convertido a Bank of America, Wells Fargo y JPMorgan en gigantes aunque algunas de estas operaciones estén teniendo, en los dos primeros casos, algunas dificultades. Por que no se ha resuelto qué hacer con un banco grande a la deriva y además se han animado estas fusiones y apoyado a la banca sin hacer ninguna reforma significativa, Barofsky cree que la garantía implícita que existía hace un año de que no se va a dejar caer a nadie "es ahora explícita". "Potencialmente podemos estar en más peligro que en 2008", dijo.

Hace unos días su preocupación la compartía Elizabeth Warren, la supervisora del TARP en nombre del Congreso: "los activos tóxicos siguen en la banca, como el año pasado".

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