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Mercados

La UE y EE UU empiezan a acotar el opaco mercado de derivados

Bruselas concretó ayer sus planes para regular el mercado de derivados, siguiendo los pasos iniciados por EE UU. A ambos lados del Atlántico, la industria ejerce una enorme presión para diluir al máximo las iniciativas legislativas.

La Comisión Europea aprobará a mediados de 2010 el proyecto para regular a nivel comunitario las entidades centralizadas de contrapartida para los contratos de derivados (futuros, opciones y swaps), según una Comunicación aprobada ayer por el organismo comunitario. La nueva estructura permitirá que los contratos estén garantizados y su precio y valoración sea más transparente.

Los derivados podrán seguir funcionando fuera de mercado (OTC), es decir a partir de contratos bilaterales, pero para quien opere en este mercado el proyecto prevé un aumento en las exigencias de capital y de provisión de colaterales.

Bruselas quiere las nuevas exigencias sean suficientemente elevadas como para que sirvan de acicate y la mayor parte de los contratos pasen por una liquidación centralizada. El mercado OTC ha servido para que buena parte del riesgo financiero asumido por las entidades financieras haya quedado oculto a ojos de supervisores y accionistas.

En cualquier caso, la UE exigirá que las posiciones y transacciones al margen de los canales centralizados se registren de manera precisa para que los reguladores dispongan de una visión global del mercado de derivados.

La iniciativa comunitaria, presentada por el comisario europeo de Mercado Interior, Charlie McCreevy, se produce después de que EE UU ya haya dado los primeros pasos en el mismo sentido de un largo proceso legislativo.

El comité de finanzas de la Cámara de Representantes ya ha aprobado un proyecto de ley que obliga a que una buena parte de los derivados negociados al margen de los mercados (OTC) se canalicen a través de cámaras de compensación.

En la actualidad, el 85% del mercado mundial de derivados (que mueve más de 700 billones de dólares) se lleva a cabo en estas operaciones bilaterales, casi al margen de cualquier control. Hasta el batacazo de Bearn Stearns, el colapso de Lehman y los tumbos de AIG, se suponía que ese mercado apenas comportaba riesgos sistémicos. Ahora, según McCreevy, "no podemos permitirnos otra situación en la que los contribuyentes se hagan cargo al final de los riesgos del sector financiero".

Las iniciativas legislativas, sin embargo, están siendo objetivo de una intensa de campaña de lobby en contra, tanto en Washington como en Bruselas. En EE UU, las empresas no financieras ya han logrado que los derivados que utilizan en sus operaciones queden fuera de la regulación. La UE, de momento, se resiste a esa concesión. "Aunque utilizan los derivados en menor medida, la historia muestra que a veces también acumulan posiciones de considerable tamaño", explica la Comisión. Y en cuanto al impacto económico de la regulación, Bruselas recuerda que será mínimo comparado con el daño causado por la actual crisis, una caída del 1,8% en el potencial de crecimiento.

Bajo la SEC

En EE UU, la SEC y la Comisión del Mercado de Futuros supervisarán los derivados. La tramitación del proyecto de ley, sin embargo, amenaza con dejar muchos agujeros legales. El Tesoro ya ha intervenido para intentar impedirlo.

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