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Columna
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Rusia y el gas

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, está ansioso por cerrar contratos a largo plazo con sus vecinos orientales y occidentales. ¿Pero podrá cumplir?

Putin ha estado esta semana en Pekín para tratar de acelerar las negociaciones sobre un gran acuerdo de venta de gas. Pero las partes no fueron capaces de ponerse de acuerdo en los temas clave: el precio y las fuentes -los chinos están resueltos a asegurarse campos seguros-.

Europa, con dos proyectos de gasoductos, también está en el punto de mira ruso: el del norte, una joint ventrure con Alemania; y el del sur, un partnership con Italia. Putin también ha invitado a EDF, la eléctrica estatal francesa, a que tome el 10% del gasoducto del sur. Y Suez-GDF, la competidora de EDF, intenta invertir en el gasoducto del norte.

Putin quiere persuadir a los europeos de que no necesitan el Nabucco, el problemático gasoducto propuesto por ellos mismos. Los temores acerca de la seguridad del suministro ruso de gas crecieron con la guerra de Georgia del año pasado y con la disputa entre Rusia y Ucrania. Algunos europeos piensan que Moscú es igual a riesgo. Putin, en cambio, asegura que el riesgo reside en la ruta del gas. De ahí sus propuestas para construir recorridos alternativos al de Ucrania.

Pero los contratos y las promesas no ponen el gas en los gasoductos. La producción de Gazprom, la productora estatal rusa de gas, lleva años estancada y apunta al declive. Los prometedores nuevos yacimientos de Siberia no pueden ser explotados sin el know-how de compañías extranjeras -a las que de hecho Putin hizo un llamamiento la semana pasada para que colaborasen-.

Otro punto caliente es el flujo de capital. La emergencia de un mercado que quiere cobros al contado amenaza con situar los ingresos del gas por debajo de los que se generarían con la actual práctica de los contratos a largo plazo basados en el precio del crudo. Y la nueva tecnología para extraer el gas de alta calidad en Estados Unidos y Europa podría generar competencia indeseada.

Puede que Vladimir Putin ya haya prometido el mismo gas a Europa y a China. También está comprando tanto gas de Asia Central como puede para reforzar el dominio ruso del mercado.

Pero su necesidad de cooperación masiva de Occidente podría ser la señal de que el equilibrio de poder del gas está cambiando poco a poco -y en sentido contrario a los intereses de Rusia-.

Pierre Briançon

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