La tentación de dejarse llevar
Emilio Botín está muy orgulloso de su bebé brasileño. El presidente de Santander ha fortalecido la expansión de sus operaciones en la mayor economía de Latinoamérica después de la compra de Banco Real, el único fragmento del reparto de ABN Amro que ha prosperado con éxito. Ahora Santander planea vender el 16% de la unidad brasileña en el mercado público para financiar su crecimiento y reforzar su capital. Sin embargo, a juzgar por el rango de precios, que sitúa el valor de la filial entre los 26.800 y los 30.500 millones de euros, Botín puede estar dejándose llevar.
Al precio actual, la flotación coloca la valoración del banco brasileño al nivel de las estimaciones más altas de los analistas, pero también coincide con el de sus competidores domésticos, Unibanco Itaú y Banco Bradesco. Según el nivel intermedio del rango de estimaciones, la filial cotizaría a alrededor de 14,1 veces sus beneficios anuales, lo que supone un ligero descuento respecto a Itaú pero un prima sobre Bradesco.
A primera vista, tiene sentido. Aunque tiene un tamaño menor, Santander Brasil es más eficiente que sus rivales en la relación costes/ingresos, y más rentable. Sin embargo, a medio plazo podría enfrentarse a una mayor competencia, ya que el mercado está en plena consolidación. Los inversores deberían demandar algún tipo de oferta con descuento para evitar la incertidumbre. Por ejemplo, recortando el usual 15% de los múltiplos de Itaú, el valor de Santander estaría entorno a 12,5 veces los beneficios de 2009. Por debajo del rango de precios.
Los asesores de Santander quizás esperen una alta demanda de acciones y obvien la necesidad de un descuento. Después de todo, el índice de referencia Bovespa ha subido más de un 60% este año. E incluso con los bancos brasileños cotizando con uno de los mayores múltiplos a nivel global, aún existen buenas razones para pensar que la tendencia se puede mantener por el potencial de crecimiento del crédito en Brasil y el perfil reducido de riesgo.
Mucho dependerá de la capacidad de Fabio Barbosa, el carismático director ejecutivo de la unidad brasileña, para convencer a los inversores de que paguen en las dos primeras semanas. Deberían preocuparse por evitar la tentación de dejarse llevar.
Fiona Maharg-Bravo