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Columna
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Más oro negro bajo tierra

Los grandes hallazgos de petróleo y gas se parecen a los autobuses urbanos. Esperas una eternidad y al final aparecen cuatro a la vez. En un plazo de tres semanas, BP anunció un yacimiento gigante en el golfo de México, que se quedó diminuto al lado del que se encontró en las costas de Brasil, propiedad de BG, Petrobras y Repsol.

Más tarde la petrolera española anunció a lo grande que había encontrado el mayor yacimiento de gas de su historia en Venezuela. También quedaba por repartir entre tres compañías el petróleo y el gas encontrado en las aguas territoriales de la frontera entre Sierra Leona y Ghana.

El corto espacio de tiempo que separa estos triunfos ha sido una coincidencia. Pero el estallido refleja un pico real en el ritmo de descubrimientos después de la sequía de las décadas de los ochenta y los noventa.

Hay tres razones para ello. Primero, la tecnología ha avanzado. Los estudios sísmicos y las técnicas de perforación son mejores y más baratos. Hace cinco años, las grandes compañías nunca hubieran llevado a cabo perforaciones de 11 kilómetros como la de BP.

Segundo, los entornos favorables en cuanto a regulación invitan a hacer uso de esa tecnología. Los bajos impuestos ayudan mucho en el golfo de México. Países como Brasil están estrechando el control estatal, pero aparentemente con una disposición favorable a la firma de contratos.

Tercero, las expectativas de que el precio del crudo siga alto ayuda a justificar proyectos importantes, especialmente los pozos en aguas profundas o el gas natural licuado. El yacimiento de Gorgon, en Australia, podría permitir a Shell recuperar la mayoría de los barriles que perdió en 2004 tras el escándalo relacionado con sus reservas.

¿Seguirán los grandes descubrimientos? Las probabilidades son altas. La primera perforación de prueba en Brasil costó la friolera de 240 millones de dólares, pero propició otros grandes hallazgos en la zona. Podría pasar lo mismo ahora en Sierra Leona.

Por supuesto, los últimos hallazgos no son nada comparados con los gigantes pozos que se encontraban en los sesenta y los setenta. Y no cambiarán el equilibrio global del petróleo en el mundo. Más de tres cuartos de las reservas mundiales aún están en los países de la OPEP. Aun así, las buenas noticias son buenas noticias, especialmente para las petroleras pequeñas. Gracias a estos descubrimientos, Repsol podría estar cerca de doblar sus reservas en tan sólo un mes.

Fiona Maharg-Bravo

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