Una quiebra anunciada
Las rencillas entre los titulares de bonos y la estadounidense Tribune se ha convertido en un duro enfrentamiento, pero es improbable que siente precedente para una gran guerra sobre las problemáticas adquisiciones con apalancamiento en EE UU. Algunos bonistas de Tribune sostienen que nunca se debería haber permitido la compra por parte de Sam Zell. Habrá casos similares, pero el de Tribune es especial por la rapidez de su caída.
Los titulares de bonos, que representan el 18% de la deuda, acusan a la compañía de que la venta por 12.000 millones de dólares benefició injustamente a los accionistas de Tribune y perjudicó a sus acreedores.
Normalmente, los bonistas recurren a tales acusaciones cuando las adquisiciones resultan mal. Tienen dos formas de ganar. Una es demostrando que la venta se firmó sabiendo de antemano que demolería a la compañía. Otra es probar que la compañía era insolvente en el momento del acuerdo, o que su valor total era inferior a la deuda usada para comprarla.
Aún así el acuerdo de Zell parece más agresivo que otros. Su valoración multiplicaba por 11 el Ebitda de Tribune. Los valores de sus rivales como el New York Times se situaban en torno a un múltiplo de 7.
La quiebra de Tribune no deja lugar a dudas. Una victoria de los titulares de bonos podría propiciar un aumento de este tipo de juicios pero igualmente podría convencer a las firmas de adquisiciones de mantener a sus empresas zombie a salvo de la quiebra durante un poco más de tiempo.
Por Lauren S. Laughlin