Consenso y acción
Los líderes del G-20 no van a descubrir ningún nuevo y brillante método para impedir que los dos últimos años se repitan. Sin embargo, los comentarios recientes de los tres grandes de Europa -Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Gordon Brown- sugieren que la tregua del verano no va a dejar que los bancos se salgan con la suya. La mayoría de las ideas sobre el control del sistema bancario han sido debatidas por los oficiales del tesoro y los bancos centrales. Lo alentador es que la intensidad política está aumentando ante la perspectiva de la próxima cumbre del G-20 en Pittsburg de finales de mes.
Brown acaba de unirse al coro francogermano en la petición de un recorte de las compensaciones a los traders. En este sentido ya se sentaron las bases en la última cumbre de abril, así que ya es meramente una cuestión de implementación.
Es más importante que los líderes mundiales se están centrando, con acierto, en el tema del "demasiado grande para caer", que no se tocó en la cumbre de Londres. El Gobierno alemán -sin duda motivado por las próximas elecciones generales- se ha puesto al frente. Pide reformas para asegurar que los bancos nunca más se escudarán en su tamaño para sentirse inmunes y pasar a los contribuyentes la factura de sus destrozos.
Aún no hay una solución para esta cuestión, pero los alemanes están insistiendo en reforma coordinada sobre las leyes globales de insolvencia para eliminar la posibilidad de un nuevo caso como el de Lehman Brothers.
Los líderes deberían demostrar que tienen presente la finalidad de prevenir que la crisis se repita y no prestar atención a los cantos de sirena de la banca, que preferiría creer que todo vuelve a la normalidad.
Por Pierre Briançon