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Columna
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UBS y las buenas políticas suizas

Los suizos han gestionado la crisis financiera con delicada precisión. La última prueba de ellos es la salida del Gobierno de UBS.

En octubre, Berna decidió inyectar 6.000 millones de francos suizos en UBS como parte de su paquete de rescate. La recapitalización de diciembre le dio al Gobierno una participación potencial del 9,3% a través de títulos convertibles que acarreaban un cupón anual del 12,5%.

Desde entonces, UBS se ha ido recuperando. Cambió a su directiva, estableció una nueva estrategia y consiguió capital. El miércoles zanjó su disputa con EE UU. Eso precipitó la decisión del Gobierno de soltar al banco.

Los inversores devoraron los 332 millones de acciones ofertadas con un mero descuento del 2,7% sobre su precio de mercado. UBS también devolverá al Gobierno el valor de todos los pagos por intereses de los bonos convertibles -unos 1.800 millones de francos suizos-. Sumémosle los 5.500 millones que se obtendrán con la venta de acciones y los contribuyentes se asegurarán un retorno anualizado del 32% de su inversión.

Pero eso no es todo. El banco de inversiones aún está tiritando. Y el éxodo de clientes de la banca privada aún no ha acabado. UBS está mejor que Citi y el RBS, que no tienen perspectivas de sacudirse las inversiones estatales.

Pero no todo son flores para el Ejecutivo suizo. Las autoridades se han resistido durante demasiado tiempo a hacer que los bancos sean más abiertos. Las presiones del G20 y los crímenes de UBS han hecho que dicha postura sea más insostenible aún.

Los suizos son famosos por su cuidado sector financiero y por evitar injerencias extranjeras. Pues bien: ambas posturas han resultado ser los sellos de esta crisis.

J. Goldfarb

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