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Columna
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La contracción ha finalizado

Hasta el FMI lo ha confirmado ya. Y es cierto, aunque no es generalizable. De hecho, el carácter global de la crisis obliga a ser muy cauto al afirmar que ha sido superada. Pero en lo que todos estamos de acuerdo es en que se ha pasado ya lo peor de la recesión. Ahora resta discutir cómo será la recuperación futura.

De entrada, los pesimistas afirman que estamos ante un rebote técnico que debe ser cuidado (una indirecta a las autoridades económicas). Pero, ¿no es la cautela de los bancos centrales una prueba de su preocupación? El BOE recientemente amplió el montante de deuda que comprará en los mercados. La Fed alargó el periodo de compra de treasuries y para la aplicación del Talf. El ECB reitera que el nivel actual de tipos oficiales no es un suelo. En todos los casos descartando que sea el momento para plantearse una reversión de las medidas expansivas aplicadas hasta el momento. Mucho más prematuro a la hora de valorar una subida de los tipos de interés oficiales, desde niveles actuales casi nulos. ¿Les sorprende todo esto dada la euforia de los mercados? La mejora de las condiciones financieras es, sin duda, la mejor arma para luchar contra la crisis económica. Incluso también para contener el riesgo de deflación de bienes y servicios. O para luchar contra una desinflación que va demasiado lejos.

Pero el aparente divorcio entre la economía real y la financiera también presenta riesgos. Los excesos siempre lo son. Cuando el reciente rally de las Bolsas es más bien una cuestión de liquidez que de valoraciones, lo mínimo es sentirse inquieto al considerar la elevada inyección de fondos de los bancos centrales (por cierto, ¿qué pasará cuándo deban drenar esta liquidez?). æpermil;stos han tenido que sustituir al mercado en los últimos meses, dándole liquidez y reduciendo los precios excesivos a que llevaba el pánico. Realmente han tenido mucho éxito en su actuación. Para algunos, demasiado. Así, la ambición puede llevar de nuevo a una infravaloración del riesgo por parte de los agentes económicos. Como ven, la distancia entre el pánico y la euforia no es tan elevada. Para los bancos centrales buscar el equilibrio no es nada fácil. Considerando además lo que hay en juego en caso de una nueva oleada de crisis financiera. Por cierto, el presidente del Bundesbank afirmaba recientemente en un artículo que ésta no está superada, pese al entusiasmo de los mercados.

Mientras, los optimistas miran al pasado para sacar conclusiones de una fuerte recuperación económica tras una crisis tan profunda como la actual. Y de nuevo la euforia de los mercados es utilizada como ejemplo de su optimismo: los mercados anticipan el escenario económico futuro. Es más, como hemos visto antes, su fuerte revalorización ayuda a que este futuro positivo se materialice. Ahora bien, comparar con otras crisis anteriores sin reparar en la complejidad de la actual no parece muy apropiado. Ya no es sólo la crisis financiera que, superada o no, seguirá teniendo secuelas en los próximos años, siendo una de ellas la obligada reestructuración del sector financiero. Pero estamos hablando de un ajuste derivado de un elevado apalancamiento acumulado en los últimos diez años. Superarlo no será fácil y llevará tiempo. De hecho, falta consumo privado a nivel mundial. Pensar que volveremos al escenario anterior a la crisis liderado por el consumo norteamericano es un tanto ilusorio. Greenspan advertía hace dos días sobre la dificultad que tendrá la economía norteamericana para mantener en 2010 un ritmo de crecimiento significativo tras el importante repunte en la segunda mitad del año. Nosotros esperamos que la economía norteamericana crezca a tasas promedio del 3% hasta final de año, aunque podría moderar su crecimiento hasta niveles del 2% en 2010. Un crecimiento explicado ahora por el final del ajuste en la vivienda e inventarios y financiado por el impulso fiscal aprobado por el Gobierno a principios del año. ¿Sostenible? Veremos.

Como ven, no es cuestión de ser pesimista u optimista. Por el momento nos quedamos con la necesidad de que las autoridades sigan apuntalando la recuperación. Y que los excesos de los mercados no la hipotequen a medio plazo.

José Luis MartÍnez Campuzano. Estratega de Citi en España

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