Signos esperanzadores
Los brotes verdes parecen florecer. De momento, y por tercer mes consecutivo, el paro registrado baja. Lo que unido al incremento de confianza de los consumidores (9,7 puntos en el mes de julio) y el freno en la disminución de venta de coches hacen suponer una posible mejora en las expectativas generales de nuestra economía. Todo ello, supone una inyección de optimismo, tan necesario en el escenario actual de la economía.
El peso de la crisis, en términos de tasa de paro, se ceba más entre los jóvenes y los menos cualificados. El incremento del paro entre los primeros se ha producido a un ritmo superior al de los mayores de 25 años. En lo que va de año la tasa de paro general creció 3,5 puntos porcentuales frente al desempleo de quienes cuentan menos de 25 años, que aumentó en nueve puntos. Sin embargo, en dicho periodo, del aumento global del desempleo, en términos absolutos, los jóvenes acaparan tan sólo el 16% del total.
Las cifras evidencian una vez más cómo entre las personas con menor formación la tasa de paro es mayor. Es el caso de educación primaria (25,4%), educación secundaria primera etapa (23,5%) y educación secundaria segunda etapa (17,3%). Sin embargo, la tasa de paro de quienes cuentan con estudios superiores es inferior (9,6%) y aún menor la de los doctorados (3,1%).
Por otra parte, si analizamos los datos de la Encuesta de Población Activa, suministrados por el INE, correspondientes al último trimestre, se observa que disminuyen los parados por tiempo de búsqueda de empleo que llevan menos de seis meses buscando empleo. Y, por contra, aumenta entre quienes llevan más de seis meses hasta alcanzar los 2 años. Este hecho sucede, prácticamente, en todas las autonomías. En base a estos números, un 32% son parados de larga duración (más de 12 meses).
En resumen, es evidente que la conjunción temporal de una serie de circunstancias: temporada turística, el Fondo de Inversión Local (8.000 millones de euros) y las ayudas para compra de coches; unido a la siempre positiva evolución del sector de actividades sanitarias y servicios sociales (que tendría que ser objeto de un mayor análisis y reflexión) han tenido consecuencias positivas para el mercado laboral. Esto demuestra, a pesar de la opinión contraria de determinados sectores políticos de la sociedad, que nuestra economía responde adecuadamente ante los incentivos fiscales. En situaciones de crisis disminuye muy rápidamente el empleo, pero en situaciones de bonanza o estímulos a la economía sucede todo lo contrario.
Los textos de economía nos dicen que en general planificar medidas de políticas de empleo significa organizar los factores con perspectiva de futuro para obtener resultados previamente definidos. No tiene ningún sentido que antes de producirse los resultados éstas se critiquen. Utilicemos el sentido común: hay que tener paciencia y no generar una mayor incertidumbre, que es todo lo contrario de lo que necesita nuestra economía.
Vicente Castelló. Profesor de la Universidad Jaume I