Islandia busca el abrigo de la UE para superar la crisis
El país más azotado por la recesión pugna por entrar en la Unión Europea.
Islandia es al mundo lo que Bernard Madoff a Wall Street". El paralelismo de Federico Esteinberg, investigador del Real Instituto Elcano, no está exento de similitudes. Si el que fuera presidente de Nasdaq fue descubierto protagonizando la mayor estafa financiera de la historia, Islandia ha pasado de ser el país en el que mejor se vive del planeta -según la ONU a comienzos de 2008- a convertirse en un estado al borde de la quiebra. La crisis ha devastado la economía del país y hundido al anterior Gobierno. El nuevo Gabinete cree que la solución pasa por entrar en la UE. Será el pueblo quien tenga la última palabra.
Los 315.000 habitantes de la isla de hielo han visto como el desempleo casi inexistente alcanza el 9%, la inflación roza el 14% y la corona islandesa se deprecia un 60% en cuestión de meses. En consecuencia, el PIB cae al 10%. "Todo ha ocurrido muy rápido. Los islandeses están viviendo una pesadilla", relata con estupor una autóctona afincada en España. Alicia Coronil Jonsson es, además, economista de la Universidad San Pablo CEU y de ESIC. "El país se vio seducido por la sensación de riqueza que ha generado la banca estos años", explica.
La pequeña economía vikinga, que hasta hace poco ostentaba la sexta renta per cápita mundial, se consolidó durante los noventa como protagonista de excepción en el mercado de capitales. La rentabilidad de unos tipos por encima del 15% atrajo a pequeños inversores, grandes multinacionales y administraciones públicas de todo el mundo. El Reino Unido llegó a tener 910 millones de euros en la banca islandesa. Barrios, ayuntamientos y condados enteros depositaron allí sus activos. A su vez, particulares y empresas de Islandia se vieron empujados a solicitar préstamos en países con tipos más bajos. El pasado año, su deuda externa alcanzó el 550% del PIB, que Coface cifró en 19.510 millones de dólares. El estallido de la crisis crediticia y una moneda nacional débil hicieron el resto: los inversores corrieron a retirar sus fondos. Incapaces de hacer frente a unos activos que suponían ya 10 veces el PIB nacional, los tres principales bancos fueron nacionalizados por el Estado. El pánico llevó a Londres a aplicar a uno de esos bancos la ley antiterrorista para congelar los ahorros ingleses.
Desde entonces, los islandeses se han lanzado a la calle para derrocar a un Gobierno, y han logrado la cabeza del gobernador del Banco Central. Rota la coalición entre conservadores y socialdemócratas, estos últimos se aliaron con los verdes para expulsar al Partido por la Independencia, en el poder desde 1991. Su mandato estará marcado por la recuperación de la banca privada y el plan de viabilidad que impone el FMI. El crédito de 7.750 millones de euros que les concedieron les obliga a mantener los tipos al 18% para evitar una súbita salida de capitales.
Hace sólo unos días, el nuevo Parlamento aprobó -con un voto de margen- solicitar la adhesión a la Unión Europea. Cuando la Comisión dé el visto bueno se iniciarán unas negociaciones en las que el reparto de la riqueza pesquera promete ser el plato fuerte. Una vez atado, los islandeses votarán en referéndum si deciden aferrarse al flotador de la UE para escapar de la crisis. En tal caso, Reykiavik podría obtener su ingreso en el año 2012.
"La clave ahora es que el país vuelva a sus raíces", aduce la economista del CEU. "Deben recuperar la pesca, la industria del aluminio, el turismo y la investigación en I+D (el país se abastece al 90% con energía geotérmica). "Es un pueblo fuerte y se levantará", confía la islandesa.
Conservar la pesca o entrar en el euro
"El euro es un paraguas excepcional contra la fuga de capitales", expone Federico Esteinberg, investigador del Instituto Elcano. "En crisis, el dinero se refugia en valores fuertes como el euro o el dólar". Por eso, dice, la moneda única pudo salvar, o al menos, mitigar la situación de Islandia. Pese pertenecer al Estado Económico Europeo, el país no quiso entrar en la UE si eso significaba ceder parte de su mercado pesquero. La crisis ha facilitado un acercamiento a Bruselas que podría cambiar las tornas, pero aunque Reykiavik y las instituciones europeas parecen dispuestas a dar el paso, los islandeses podrían negarse en el referéndum. "El pueblo no está tan decidido como al explotar la crisis", explica la economista islandesa Alicia Coronil Jonsson. "Muchos culpan a las autoridades de la UE de no haber previsto la crisis financiera y muy pocos querrán renunciar a su gran recurso: la pesca".