UBS paga un alto precio por la paz
Alcanzar la paz suponía pagar un dividendo. Pero para Suiza, un acuerdo para saldar una guerra con Estados Unidos probablemente vendrá unido a una alta factura. Los dos países han alcanzado un acuerdo provisional en la acusación que pesa sobre UBS por parte del Gobierno de Estados Unidos por la ayuda prestada a sus clientes para conseguir evadir impuestos.
El mayor banco de Suiza estará feliz de poder dejar atrás el caso, incluso si hay un golpe extra que añadir a una admisión previa de culpabilidad en los cargos penales: una multa de 780 millones de dólares y el hacer públicos los nombres de clientes de varios cientos de cuentas. Las acciones de UBS rebotaron un 5% con una noticia tan escasa. Pero eso no significa sol y arco iris de aquí en adelante.
Aunque no se anunció nada concreto el viernes, no puede descartarse un pago adicional multimillonario. Y más importante, había parecido como que unos pocos cientos más de nombres de clientes habrían vuelto al Internal Revenue Service de Estados Unidos. Podrían ser menos de los 52.000 que las autoridades fiscales han estado demandando -pero sería todavía señal de una rara capitulación en época de paz de una nación soberana respecto a otra.
En Suiza, el secreto bancario es más que una sagrada tradición, es la ley. Si este país ha acordado romperlo -incluso si el acuerdo permite algo menos humillante- las implicaciones serían graves.
UBS ha sido uno de los grandes perdedores de la crisis financiera. Pero sus 50.000 millones de dólares de pérdidas no causaron en su país la misma clase de perjuicio que las pérdidas que los gigantes sistemas bancarios hicieron en Islandia o incluso en Bélgica.
A largo plazo, sin embargo, este caso podría causar más perjuicio a Suiza que todas las pérdidas por operaciones. Estados Unidos y otros Gobiernos se sentirán envalentonados para cazar a los evasores de impuestos. Todos los bancos se enfrentará al más firme descuido. La etapa que llega de menos secreto hará de la banca suiza una industria menor.
Por J. Goldfarb