_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las cicatrices de la crisis

Cuando el resto de bancos sufría las dolorosas depreciaciones de los activos tóxicos acumulados en el punto álgido de la crisis, Deutsche Bank optó por "dejarlo para mañana". Mañana ya ha llegado.

Los resultados del segundo trimestre del banco alemán han sido buenos. Como muchos de sus rivales, se ha salvado gracias al activo mercado de los bonos. No obstante, su rendimiento ha dejado que desear debido a los efectos secundarios de la ingeniosa gestión de la crisis que ayudó a Deutsche Bank a evitar el rescate del Estado.

La división de banca corporativa y de inversión aumentó sus ingresos un 84% mientras el banco fortalecía los ratios de capital, contenía los riesgos y reducía los préstamos. Cierto, el riesgo del mercado repuntó, pero el banco alemán redujo sus préstamos menos líquidos en un 20%. El ratio de apalancamiento cayó a 24 desde el 28 de finales de 2008.

Las cifras de los titulares se han beneficiado de unos bajos tipos de interés y los frutos de algunas inversiones, incluyendo derivados asociados a la compra el año pasado de una participación en Deutsche Postbank. La banca privada y la gestión de activos se situaron en pérdidas, lo que probablemente será un mal menor para los inversores, ya que la banca de inversión va tan bien.

Más bien, la preocupación real viene de los 1.000 millones de euros en provisiones para créditos, que supera más de siete veces la dotación del año pasado. Deutsche Bank evitó aplicar valoraciones de mercado a activos por valor de 38.000 millones de euros durante la crisis, que sacó de sus libros modificando los estándares internacionales de contabilidad. La jugada reservó capital y fue parte de una estrategia global para mantener la independencia del banco.

Los préstamos conflictivos cuentan por un 3,1% del total del valor nominal en el segundo trimestre, valor que supera en todo un punto porcentual al de los tres meses previos. La mitad de las provisiones fueron para los activos reclasificados. Esto está relacionado principalmente con dos contrapartidas, pero todavía parece que Deutsche Bank está pagando una especie de impuesto a plazos por la recuperación.

El futuro del trading es incierto y la economía global aún se tambalea. La carga añadida de las pérdidas retrasadas podría acabar alargando la crisis para Deutsche Bank, que parecía estar aguantando mejor que la mayoría.

Por Jeffrey Goldfarb

Archivado En

_
_