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Tribuna
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Hacia un sistema de pensiones sostenible

La complicada situación coyuntural de nuestra economía no debería hacernos perder de vista los enormes desafíos que se vislumbran en décadas venideras. Es más, muchas de las dificultades actuales hunden sus raíces no en la recesión económica global, sino en problemas estructurales que un crecimiento desequilibrado ocultó y alimentó durante 15 años.

Uno de los mayores retos a que asistiremos es el demográfico. El desplome de las tasas de natalidad desde los años setenta y el incremento continuado de la esperanza de vida explican las expectativas poblacionales para nuestro país, donde el proceso de envejecimiento será más acusado que en el resto del mundo.

Semejante transformación tiene muchas y graves consecuencias económicas: escasez de mano de obra, nuevos hábitos agregados de consumo y ahorro, cambios en la composición sectorial de la producción española, variarán las preferencias políticas del votante medio... El sistema de pensiones sufrirá con fuerza el impacto del cambio demográfico. Pensemos que nuestras pensiones funcionan conforme al modelo de reparto: quienes perciben una pensión, la obtienen de las cotizaciones de quienes en ese momento trabajan. El sentido de este modelo descansa sobre una pirámide poblacional que responda efectivamente a su nombre, ancha en la base y más estrecha conforme ascendemos por la edad de las cohortes. En 2050, esa pirámide se habrá invertido, haciendo que una base menguada (los jóvenes y adultos trabajadores) soporte el peso de una desproporcionada población jubilada.

Algo habrá que hacer, desde luego. Pero, ¿qué? Fijémonos en qué hacen otros países. Bastantes de ellos han optado por mantener sistemas de reparto, pero modificando sus parámetros. En otras palabras, han endurecido las condiciones relativas a la contribución y a la percepción de la pensión, ampliando el periodo de cotización, retrasando la edad legal de jubilación o modificando los métodos para calcular la prestación. Otras naciones han optado por sistemas de reparto con elementos similares a la capitalización. Ha ocurrido en Italia y Suecia, con la introducción de las llamadas cuentas nocionales en sus sistemas de reparto. Estas cuentas pueden entenderse como fondos de pensiones virtuales. En ellas se registran las aportaciones del individuo a las que se añade un rendimiento hipotético o virtual, asociado normalmente al crecimiento de la economía. Cuando el trabajador se jubila, recibe una prestación anual, financiada por los cotizantes, que se calcula dividiendo su fondo nocional -aportaciones y rendimiento virtual- entre los años de esperanza de vida al jubilarse.

Algunas de esas soluciones podrían aplicarse en nuestro país, pero creo que serían insuficientes no para evitar que el sistema quiebre (en realidad, no puede quebrar si recibe financiación pública), sino para reforzar su sostenibilidad financiera y su eficiencia. Convendría dar pasos más decididos hacia la introducción de esquemas de capitalización. El Círculo de Empresarios lanzaba recientemente una propuesta en ese sentido, en la que se aboga por un sistema apoyado en tres soportes.

El primero sería el asistencial, para garantizar un mínimo vital, y funcionaría como el sistema actual, incluyendo las pensiones no contributivas. El segundo soporte sería un subsistema obligatorio de capitalización, por el que se constituiría un fondo personal para cada trabajador financiado por las cotizaciones de empleadores y trabajadores aplicable sólo a empleados con ingresos por encima de determinado nivel. El objetivo sería acercar la pensión al nivel de vida de que disfrutaba la persona antes de jubilarse. Por último, el tercer soporte sería el del ahorro individual voluntario en planes como los ya existentes, pero incentivados con un mejor tratamiento fiscal, para permitir un complemento a sus pensiones. La combinación de esos tres soportes permitiría mejorar la sostenibilidad del sistema incentivando la responsabilidad personal, el ahorro y la inversión a largo plazo.

Hay, desde luego, otras propuestas. Creo firmemente que la del Círculo de Empresarios resulta viable en lo político, en lo económico y en lo social. Algunos no estarán de acuerdo. No hay problema; debatamos, enfrentemos esta posibilidad a otras, concienciemos a la sociedad de la importancia de un desafío que está ahí y que no desaparecerá porque desviemos la mirada.

Mª Jesús Valdemoros Erro. Directora del Departamento de Economía del Círculo de Empresarios

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