_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Acto de política monetaria

Esta semana, Ben Bernanke ha intervenido en el Congreso y en el Senado en un intento por clarificar la política monetaria del comité que dirige. El presidente de la Fed ha intentado transmitir con la mayor transparencia posible el cómo y el cuándo de la política monetaria de EE UU para los próximos dos años. En un acto sin precedentes, un día antes de su intervención en el Congreso, Bernanke publicó un artículo en el Wall Street Journal donde resumía el texto que un día después leería ante el Congreso.

Las medidas extraordinarias de inyección de liquidez tomadas el último año preocupan a los mercados por sus posibles efectos inflacionistas. El exceso de capacidad (el grado de utilización no llega al 63%) y el alto nivel del desempleo (9,6%) parecen no ser óbice para la preocupación. Con su discurso ante el Congreso, Bernanke ha querido asegurar y garantizar la capacidad de la Reserva Federal para reducir el proceso de expansión monetaria del último año, sin que éste se traduzca en un crecimiento desenfrenado de los agregados monetarios que desemboque en inflación.

Bernanke ha enviado un triple mensaje. Primero, ha dejado claro que la Fed tiene la intención de mantener el nivel actual de tipos, y que cuenta con los medios para reducir tanto el volumen de reservas bancarias como el volumen de su pasivo cuando resulte necesario. Entre tales medidas, podría optar por pagar interés a las reservas bancarias para evitar que éstas fluyan en exceso en la economía, extender esta misma posibilidad a plazos más amplios, vender parte de su deuda para drenar liquidez, etcétera. Segundo, Bernanke ha abogado por la sostenibilidad fiscal en el medio-largo plazo. Los programas de expansión de gasto no sólo se reducirán, sino que será necesario un mayor esfuerzo de contención fiscal para llegar a los niveles de deuda pública previos a la crisis. Por último, ha señalado la necesidad de garantizar la independencia del Comité de Política Monetaria, defendiendo la transparencia con la que la Fed ha actuado.

En resumen, la intervención de Bernanke ha sido un acto puro de política monetaria. Ante las críticas por su gestión de la crisis, Bernanke también ha defendido la independencia del comité que dirige así como justificado las nuevas prerrogativas regulatorias que el presidente Obama propone que asuma la Fed. Una vertiente populista en el Congreso ha llegado a solicitar que éste recupere la política monetaria, solicitud respondida por 250 economistas americanos a través de un manifiesto en el que defienden la no injerencia. El mandato de Bernanke expira en enero y ya suenan candidatos para remplazarle (Larrry Summers encabeza la lista). Bernanke se ha mantenido fiel a su compromiso como presidente de la Fed y ha mantenido su criterio frente a presiones políticas. Su gestión de la crisis bien merece una reelección.

Juan Toro. Socio-director de TMGSpain y profesor del IE Business School

Archivado En

_
_