Obama suspende seis meses parte de la ley de embargo a Cuba
Siguiendo la estela de sus dos inmediatos predecesores, Bill Clinton y George W. Bush, Barack Obama suspendió ayer durante seis meses una de las consecuencias más duras de la aplicación de la ley Helms Burton de reforzamiento del embargo a Cuba de 1996. Se trata de la posibilidad de que los norteamericanos (de ascendencia cubana) demanden a empresas extranjeras que usen propiedades que en algún momento les pertenecieron y fueron expropiadas en 1959.
La excepción a esta ley, que prohíbe relaciones con Cuba mientras que Fidel o Raúl Castro estén al mando del país, es algo que han hecho de forma rutinaria los presidentes estadounidenses y han celebrado las autoridades de la Unión Europea, ya que muchos de sus miembros, incluida España, son grandes inversores en la isla. Desde la UE siempre se ha tachado a la ley Helms Burton como una invasión de soberanía porque, en particular esta disposición sobre los litigios, impone a otros países una política anti-Cuba contra su voluntad.
Esta es la primera vez que Obama renueva esta excepción y lo ha hecho utilizando casi las mismas palabras que Bush al determinar que es necesario para los intereses de EE UU y acelerar la transición democrática de Cuba. La decisión del actual presidente estaba descontada ya que Obama ha adoptado una política de mayor apertura con respecto al régimen de la isla y, de hecho, permite los viajes de norteamericanos que tengan familia en Cuba, y está negociando un nuevo acuerdo de emigración entre los dos países.
Además del presidente, también ha cambiado en EE UU el sentimiento con respecto a Cuba. La primera generación de cubano-americanos está en retroceso y las nuevas generaciones se sienten más estadounidenses que sus padres. Unido a esto el poco efecto que ha tenido el embargo el ambiente en el que se fraguó la ley Helms Burton es cosa del pasado.
Más impuestos para reformar la sanidad
La reforma sanitaria en EE UU ha iniciado su andadura legislativa en el Congreso. El nuevo modelo de reforma sanitaria se basa en el sistema privado que existe en EE UU pero tiene como objetivo llegar a cubrir a todos los ciudadanos y rebajar sus elevados costes.Para pagar esta reforma se subirán los impuestos a las rentas más altas entre un 1% y un 5,4%. Además se obligará a que las grandes empresas ofrezcan seguros a sus empleados, algo que ha desatado la crítica tanto republicana como del sector empresarial y augura una dura batalla en el Congreso