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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España debe pedalear más que los demás

España ha recortado en los quince últimos años de manera deslumbrante los diferenciales de renta por habitante con la Unión Europea, tanto por la entrada de economías más atrasadas como por la acumulación de un crecimiento diferencial positivo que ha limado las diferencias con las economías más ricas del continente. Pero en los dos últimos años se ha registrado un retroceso muy abultado en la convergencia, que puede intensificarse en los próximos años si España no modifica sus estándares productivos para aprovechar la recuperación de los años venideros. Mientras que durante más de una década España siempre disponía de tasas de crecimiento muy superiores a las de la media de la Europa madura, ahora ha comenzado a ser al revés: todos los organismos internacionales sitúan la recuperación de la economía española más lejos que la del resto de Europa. Incluso el FMI, en su última estimación macroeconómica, empeora el desempeño productivo de España para este año, mientras que aprecia alivios en economías europeas, y desde luego en algunos grandes países emergentes o en EE UU. Pero más allá de las estimaciones, es un hecho que algunos países asiáticos, y Alemania también, comienzan a revertir la actividad industrial, con valores positivos que sólo son sostenibles por la recuperación de la demanda en las economías importadoras, como la norteamericana.

El problema para España está en la ausencia de unas manufacturas pujantes. La dificultad está en haber basado su economía durante muchos años, o al amenos su crecimiento diferencial, en la actividad inmobiliaria, que genera una especie de mercado de autoconsumo con muy poco recorrido productivo y que engorda hasta niveles insostenibles la deuda del sector privado, con consecuencias muy negativas sobre la inversión en los años venideros. Los datos acerca de la demanda de bienes de equipo conocidos ayer revelan sintéticamente esta circunstancia, que se traduce en un retraso temporal notable de la recuperación respecto a las economías industriales puras.

España debe, por tanto, hacer más cosas que los demás para mantener sus estándares de riqueza en el mundo. Debe pedalear más que los demás incluso para quedarse en el mismo sitio. Debe cambiar su forma de producir para recuperar cuotas de comercio mundial, a sabiendas de que tales mutaciones son muy lentas. El Gobierno ha puesto algunas ideas sobre la mesa. Pero todo puede quedarse en buena voluntad si no se acompaña con la colaboración de todos los agentes económicos para remover todos los obstáculos al crecimiento: todos. Es inadmisible, por ejemplo, que un año después de comprometerse Gobierno, patronal y sindicatos a lograr un acuerdo para mejorar la competitividad de la economía sigamos esperándolo mientras se han destruido 1,3 millones de empleos. Es hora ya de pasar de la literatura a las matemáticas, de los discursos a los hechos.

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