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Tribuna
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¡Cómo pasan los años!

La generación del baby boom nacida en la década de los sesenta está al borde de cumplir medio siglo. Si todo sale según lo previsto, todos esos descendientes de familias numerosas empezarán a jubilarse en unos 15 años.

Hoy estas personas viven inmersas en el día a día, cubriendo exigencias a corto plazo. Su propósito es alcanzar una buena calidad de vida y las mejores oportunidades de desarrollo para sus hijos. Sin embargo, a pesar de que muchos logran sus objetivos, existen serias dudas de que puedan mantenerlos a largo plazo por una negligente planificación de su futuro financiero.

Para entender mejor esta realidad basta con fijarse en unas pocas cifras. Según los últimos datos del INE, el ingreso neto anual por hogar en España en 2007 era de 24.525 euros; es decir, cada hogar ingresaba de media unos 2.000 euros mensuales. En diciembre de 2007, la pensión media de jubilación era de 766,52 euros al mes. Por edades, la menor renta correspondía a hogares cuya persona de referencia tenía 65 años o más.

A pesar de que la crisis exige medidas acuciantes, cada día hay más autoridades que advierten que el reto de restablecer la estabilidad económica a corto plazo no debe eclipsar el desafío que supone el envejecimiento de la población a largo plazo.

Recientemente, el gobernador del Banco de España abrió un nuevo debate sobre las pensiones. Urgía a los políticos a trabajar por la reforma del sistema de pensiones, cuando afirmó que el superávit de la Seguridad Social podría desaparecer este año y que el sistema podría entrar en déficit permanente en 2025 (cinco años antes de la previsión gubernamental).

Una semana después las cotizaciones sociales caían por primera vez en más de una década. En el primer trimestre de 2009, los ingresos por cotizaciones se redujeron y el gasto en pensiones aumentó más del 7%. El superávit de la Seguridad Social cayó un 24%. Las previsiones apuntan un deterioro constante en 2009.

En Europa, la CE -que prevé que España es uno de los países europeos donde más crecerá el gasto en pensiones- está alertando a los países miembros para que reformen las pensiones antes de que la generación del baby boom se jubile. Bruselas insiste en la importancia de ligar los sistemas públicos y privados de pensiones, de modo que se garanticen los ingresos de las personas mayores.

Sin duda, éstas son las dos claves del éxito futuro: anticiparse y complementar las pensiones públicas con planes privados de ahorro a largo plazo.

En España la tendencia es positiva. En 2008 las pensiones privadas (77.410 millones de euros) superaron en un 35% al dinero público para jubilaciones (57.223 millones de euros). No obstante, queda mucho por hacer. El paro crece, lo que se traduce en menos aportaciones. Además, la natalidad es baja y la esperanza de vida alta; es decir, cada vez habrá más pensionistas y menos trabajadores para mantenerlos.

España tiene uno de los sistemas financieros y aseguradores más solventes del mundo -de hecho, el modelo de supervisión bancaria del Banco de España es el que quieren implantar en Europa-. Sin embargo, no tenemos un buen sistema privado de pensiones. Falla la fiscalidad en el ahorro a largo plazo; y es que no es razonable que tengamos el mismo tratamiento fiscal para productos de ahorro a 6 meses que a 10, 15 o 20 años.

En definitiva, el debate sobre las pensiones públicas pone de manifiesto la necesidad de ahorrar para la jubilación. Al margen de cualquier reforma, el sistema de la Seguridad Social es limitado. Anticiparse al problema y complementar los ingresos públicos con planes privados de pensiones son las claves del éxito futuro. Además, si la Administración fomenta el ahorro privado, el beneficio será doble: por una parte, las personas tendrán una vejez más desahogada y, por otra, el sistema soportará menos cargas.

Ignacio Izquierdo. Consejero delegado del grupo Aviva en España

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