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Columna
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La gran recesión

José Carlos Díez

Tras la tempestad llega la calma. China, India y Brasil ya están en fase de recuperación, Estados Unidos saldrá de la recesión este verano y Europa y España, antes de final de año, por lo que ya tenemos evidencia suficiente para analizar la recesión mundial y anticipar cómo será la recuperación.

Rigiéndonos por Estados Unidos, único país que sistematiza sus ciclos, la actual recesión ha superado en intensidad y en duración a las anteriores desde la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón, se la puede calificar cómo Gran Recesión y compararla con la Gran Depresión de los años treinta.

La caída de la actividad y el colapso del comercio internacional han sido de igual intensidad en la actual recesión que en 1929 y la deflación de activos mucho más intensa. La gran diferencia ha sido la contundente intervención pública en las principales economías.

En 1929 los tipos de interés oficiales de las siete principales economías estaban próximos al 5,5%. Los bancos centrales los bajaron al 3,5% en 1930 pero la deflación hizo que los tipos de interés reales repuntaran con fuerza y llevaron a la economía a la depresión. En esta ocasión el crac de Lehman Brothers pilló a la economía mundial con tipos oficiales del 3%, lo que, unido a las inyecciones heterodoxas de liquidez, han evitado un fuerte repunte de los tipos reales y, por ende, la depresión.

El miedo derivado de las quiebras bancarias aumentó bruscamente la propensión a ahorrar y hundió la demanda efectiva, pero el gasto público ha puesto un suelo al ajuste de la economía real. Los déficits públicos aumentaron, en media, 3 puntos porcentuales en 1929 y casi 6 puntos en la actualidad, principalmente por medidas discrecionales que han frenado el desplome de la demanda efectiva.

Dicen que la Bolsa es un indicador adelantado del ciclo pero no ha sido cierto en esta ocasión. Las exportaciones mundiales tocaron un suelo en febrero y las Bolsas lo hicieron en marzo. Desde entonces, los precios de los activos han subido al amparo de la recuperación de los indicadores de la economía real, por lo que la intervención pública también ha conseguido reflotar la deflación de activos, principal causante de la crisis bancaria y de la restricción de crédito.

La evidencia es contundente. Los países donde la intervención pública ha sido más desproporcionada, Estados Unidos, China, India y Brasil, han sido los primeros en remontar el vuelo. China es muy competitiva pero su recuperación ha sido provocada por un manguerazo de crédito y un impulso fiscal de 13 puntos porcentuales.

Cuando la actividad se desploma con tanta virulencia, las recuperaciones son en "V". El comercio mundial ha caído un 20% desde octubre a febrero y esperamos que repunte un 10% hasta final de año. No obstante, cuando comencemos 2010, las exportaciones mundiales seguirán un 10% por debajo del pasado verano y muchos sectores industriales deberán ajustar su capacidad instalada y seguirán destruyendo empleo. La Bolsa mundial ha subido un 30% desde mínimos pero sigue en niveles del pasado diciembre, que coinciden con los niveles de 1997.

Tras dos años de revisiones a la baja, los economistas comenzamos a revisar al alza nuestras previsiones para 2010. Al igual que nos sorprendió la caída, nos quedaremos cortos en la recuperación y el proceso de revisiones al alza seguirá en los próximos meses. Esto mantendrá las expectativas de inflación de activos.

El principal riesgo es que nos dejemos deslumbrar por las tasas y nos asustemos con la subida de los precios de los activos y, con el fin de "no cometer los mismos errores" le quitemos al enfermo de manera brusca la medicación. Entonces nos daremos cuenta que seguimos en una economía de guerra que sigue sobreendeudada, donde la liquidez fluye por la intervención de los bancos centrales y donde el empleo no cae por el aumento del gasto público y por la transferencia de rentas de los Estados a las familias. Entonces el consumo mundial caerá de nuevo, las Bolsas se desplomarán, la deflación de bienes duraderos tomará fuerza y de nuevo camino a la depresión.

En 1936, Estados Unidos había recuperado los niveles de actividad de 1928 pero el nivel de precios era un 25% inferior y la tasa de paro próxima al 30%. Roosevelt se asustó y frenó bruscamente el gasto público. La economía pasó de crecer un 10% a contraerse un 2%. Paciencia y prudencia.

José C. Díez. Economista jefe de Intermoney

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