Normalidad, ¿aparente?
Al darse un paseo por Londres estos días, sorprende que se respire en la calle un cierto optimismo. Incluso los alquileres de pisos en la zona central empiezan a repuntar, modestamente eso sí, tras haber caído más de un 30% en los últimos dos años. Todavía es más evidente el cambio de sentimiento en el repunte de los precios de las materias primas como el petróleo y el oro, que ha supuesto que los inversores descuenten ya una recuperación económica. Esto ha hecho que los mercados bursátiles, lejos de corregir, hayan seguido subiendo en las últimas semanas.
Sin embargo, es posible que aunque estemos en la antesala de la estabilización económica para países como Inglaterra o EE UU, cuyas economías son menos rígidas y ajustan los desequilibrios mucho antes, y que hayamos visto los mínimos de los mercados en marzo, la crisis está lejos de estar superada.
Para consolidar las subidas en los mercados, los beneficios empresariales tendrán que volver a crecer de nuevo. Si no, el riesgo de una corrección se irá incrementando hasta que los inversores vendan sus posiciones de la misma forma que las han comprado, con gran volatilidad.
Esa recuperación de los beneficios tardará en llegar. Cada vez más, vemos como las compañías líderes tienden a consolidar su posición, vía fusiones o incrementando su cuota de mercado, expulsando a los más ineficientes. Los crecimientos de beneficios vendrán primero por ahorros de costes y después por recuperación del mercado.
Por tanto, deberíamos ser cautos en nuestra exposición a acciones con mucho peso a los mercados que tardarán más es recuperarse (como el español) y apostar por compañías líderes que estén diversificadas y presentes en países emergentes, donde la recuperación se descontará mucho antes.
Julián de Unamuno. Director de Arcano Corporate