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Secretos de despacho

Funcionalidad y sencillez en Axel

Juan Juliá es el artífice del crecimiento de la cadena hotelera dirigida al público gay.

Cuando Juan Juliá, presidente y fundador de la cadena de hoteles Axel, proyectó abrir su primer establecimiento en su ciudad natal, estaba barajando también la posibilidad de crear un hotel para la cadena Relaix Chateaux. La culpa de que se decantara por la primera opción fue, en parte, de sus amigos extranjeros, que le decían que a Barcelona le faltaba un hotel donde los homosexuales pudieran sentirse cómodos, y, en parte, de la casualidad. Juliá (Barcelona, 1969) estudió en Esade y trabajó después tres años para Sanyo. "Y me seguía atrayendo más ser emprendedor, hacer algo mío". Fue entonces cuando cursó un posgrado en turismo para poder pasar del marketing de la electrónica de consumo al sector hotelero y abrir su propio establecimiento.

El proyecto de abrir un Relaix Chateaux contaba con el apoyo financiero de la sociedad de capital riesgo Catalana d'Iniciatives, pero la idea del hotel pensado específicamente para el público homosexual le seguía dando vueltas en la cabeza. Pensó que lo ideal sería ubicarlo en un edificio de unos 3.500 metros en alguna esquina del barrio del Eixample. Demasiadas condiciones, dijeron los intermediarios inmobiliarios. "Pero un día me llamaron y me dijeron: no te lo vas a creer, lo tenemos". Y de ahí, a la apertura en 2003 del primer establecimiento Axel en Barcelona, "con una herencia de mi abuelo y el apoyo del BBVA, que creyó en el plan de negocio".

Actualmente, Axel tiene otros dos hoteles más, uno en Buenos Aires, abierto en 2007, y otro en Berlín, inaugurado el pasado mes de marzo. Y un proyecto de expansión. "Queremos abrir cinco hoteles en los próximos cinco años". Para conseguirlo, busca un socio financiero dispuesto a invertir los 60 millones que necesita. "La sociedad gestora de private equity Arcano es la encargada de buscarlo", explica Juliá.

"Captar viajeros de empresa es más difícil, a excepción de las de moda o tecnología, pero las de otros sectores son más reacias"

El hecho de tratarse de una empresa en pleno proceso de crecimiento hace que las jornadas de trabajo del fundador de Axel sean mucho más extensas de lo que considera "apropiado". "Estos últimos meses he estado trabajando desde las siete o siete y media de la mañana hasta las ocho y media de la tarde". Sabe que es una etapa de transición "por la que tenía que pasar", pero desde diciembre hasta ahora ha dotado a la empresa de una estructura que le permitirá reducir ese ritmo. "Hemos cambiado de director general, hemos incorporado uno comercial, y directores de marketing, de recursos humanos, de sistemas y financiero", explica. "Entiendo que mi trabajo debe centrarse más en la representación de Axel por el mundo y abandonar un poco el día a día", algo que empieza a ser posible desde que contrató al último director general. "Estoy empezando a salir a las siete y media u ocho y quiero reducir la jornada porque no soy un adicto al trabajo y tengo otras cosas en la vida".

La plantilla de Axel está formada por 120 personas. Juliá dice que aprecia sobre todo "la profesionalidad, un buen currículum y la implicación en el proyecto". "No somos una cadena de hoteles al uso; si te da igual trabajar en una que en otra, no tenemos nada que ofrecer; tenemos dos tipos de personal, los gays y afines y aquellos que creen mucho en proyecto". Con los clientes pasa lo mismo. A pesar de ser una cadena hotelera pensada y publicitada específicamente para homosexuales, "gayfriendly hay muchas, nosotros somos heterofriendly", un 25% del público es heterosexual, "un dato aproximado porque, obviamente, no se pregunta". "Recibimos incluso familias con niños; quizá sea más difícil captar viajero de empresa, con las empresas de moda o tecnología es fácil, pero aseguradoras, financieras o consultoras son otra cosa, todavía son un poco reacias", cuenta.

El despacho de Juliá es práctico, ordenado, con pocas concesiones a la decoración y pocos detalles que ofrezcan pistas sobre su vida personal. "No me gusta tenerlos, aquí vengo a trabajar y fuera tengo mi vida privada; además también influye que no me gusta acumular nada, imprimo lo menos posible, me pongo nervioso cuando veo que la pila de papeles empieza a subir".

La vaca samurái y la guerra

Pocos detalles personales en el despacho de Juan Juliá, el presidente y fundador de Axel. Una foto de sus padres, otra de su pareja y un mapa del mundo que aún no ha colgado en la pared y en el que quiere ir colocando una bandera en cada nueva localización. Su primer objetivo es abrir en EE UU y en las principales capitales europeas. "Es difícil decir dónde en EE UU, yo preferiría Nueva York, pero dependerá de si tenemos el edificio adecuado".Desde una esquina de la mesa vigila otro de los pocos adornos de su espacio de trabajo, una vaca samurái, "me gusta porque en el ambiente laboral a veces hay que ir a la guerra". De momento no teme a la crisis. Con una rebaja en las tarifas de un 15%, una habitación doble cuesta 125 euros, su hotel barcelonés tiene una ocupación del 90%. "No veo motivo para preocuparnos, tenemos mercado y vamos a crecer, sí es cierto que hay que ser responsable y tener una buena gestión". En la actualidad está llevando a cabo una ampliación del hotel de Barcelona que supondrá añadir 40 habitaciones nuevas a las 66 que ya tiene.Lo que no falta en el despacho son dos o tres botellas de agua. Juliá se cuida, se levanta a las seis de la mañana para correr tres cuartos de hora.

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