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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La resurrección de los mercados bursátiles

El rebote bursátil parece cosa hecha. El Ibex se ha revalorizado el 27% desde el mínimo anual, se ha asentado con solvencia por encima de los 8.000 puntos y, poco a poco, que es la mejor forma de crecer, se ha encaminado por la senda ascendente. En términos parecidos se están manifestando también las Bolsas más importantes del mundo. Si se consolida este avance y, como consideran ya muchos expertos, el mínimo anual (6.817,40 puntos en el Ibex el 9 de marzo) se confirma como la cota más baja de la crisis, podemos estar asistiendo ya al momento de la recuperación de la renta variable.

El diagnóstico que hacen los 100 mejores gestores de fondos de renta variable, que figuran en la selecta lista elaborada por Citywire, se resume en la certeza de que una vez más no habrá que esperar a que se recupere la economía para ver cómo lo hacen las Bolsas. En este mismo sentido, los gestores sondeados por Lipper en el último mes también han dado señales favorables para la vuelta a invertir en Bolsa. Aunque de forma muy ligera, y conservando en sus carteras más de un tercio de liquidez, lo cierto es que el porcentaje de los gestores que infraponderan la renta variable, con seguir siendo mayoritario, es inferior este mes que en marzo. Y eso a pesar de que la liquidez, el activo sin riesgo, que aunque muy ligeramente también ha bajado, sigue siendo el principal componente de las carteras con el objetivo de cubrirse de nuevas caídas de los mercados.

Será, sin embargo, la temporada de resultados la que determine si el rebote es sostenible y si es acertado pensar que la Bolsa vuelve a tomar impulso como primer objetivo de los inversores. La persistente restricción crediticia y la profunda recesión de las economías más poderosas dibuja un escenario incierto. El hecho de que estén en recesión nada menos que 14 países de la Unión Europea, entre los que figuran todas las grandes economías, basta para ilustrar la incertidumbre a que se enfrentan los mercados a pesar del éxito impulsor, al menos teórico, de la reciente reunión del G-20.

Los efectos de esa fuerte desaceleración de la economía han minado seriamente la capacidad de generar beneficios en todos los sectores, así que habrá que esperar pocas alegrías. Pero los mercados quieren creer que lo peor de la crisis ya ha pasado, y están pendientes de que los directivos de las empresas lo corroboren con sus previsiones. Si los ejecutivos no cambian el discurso sobre la debilidad de la demanda, los mercados sufrirán de nuevo.

A la espera de pistas y objetivos de las empresas para este año, algo que apenas pudieron hacer la anterior campaña por falta de visibilidad, el consenso espera un fuerte recorte de beneficios. Aun así, las previsiones para todo el año se están moderando hasta una caída de beneficios para las empresas del Ibex del 12,3%, del 8% para el resto de Europa y del 8,6% en las compañías del S&P 500.

Son caídas más livianas que las que se van a registrar los primeros trimestres del año y que se acompasan con las previsiones de mejora a finales del ejercicio. En esta misma línea, los expertos esperan que en Estados Unidos los resultados tocarán fondo el tercer trimestre, para recuperarse en el cuarto y, en este sentido, ya barajan crecimientos de resultados claramente superiores al 100%, tras el difícil 2008.

Sin llegar necesariamente a tales grados de optimismo, sí conviene reconocer factores que pueden ayudar a tomar con más claridad las decisiones de inversión. Entre ellos, los agresivos planes de reestructuración a los que la crisis ha obligado a las empresas, así como unos recortes drásticos en los planes de inversión, dos procesos que impactarán positivamente en los resultados. Pero además, la recuperación de las economías puede dar lugar a sorpresas positivas en algunos sectores y esto, unido a los importantes esfuerzos que están realizando las compañías para contener los costes, tendrá al final un resultado positivo en las cuentas anuales. Por otra parte, los ajustes de producción en muchas empresas pueden provocar retrasos en la oferta, incluso si la demanda es moderada, lo que beneficiará a los precios.

En todo caso, una banca que esté limpia de sus productos tóxicos, una industria en pleno ajuste y unos servicios más abiertos a la competencia sólo pueden dar lugar a nuevas y deseables oportunidades de inversión.

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