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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El déficit no es la solución para todo

Los ingresos del Estado continúan su cuesta abajo. En los dos primeros meses del ejercicio han descendido 2.500 millones de euros -un 6,1%- respecto al mismo periodo de hace un año. Aunque sea un triste consuelo, es cierto que en enero y febrero de 2008 todavía no se había instalado a fondo la crisis en la economía española y la inercia permitió que el Estado continuase llenando las arcas. Por eso, el salto puede ser más acuciado en este primer semestre y cabe pensar que, según avancen los meses, las caídas en la recaudación vayan atenuándose; no porque aumenten los ingresos, sino porque los equivalentes de hace un año ya estaban descendiendo.

Volviendo a la cruda actualidad de los dos primeros meses de 2009, la caída es especialmente abultada en el IVA, con un 16,7%, y en el IRPF, con un 10%. Sin embargo, como bien reconoció el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, todavía es pronto para intuir cómo va a transcurrir el año. De hecho, se da la paradoja de que en este periodo se ha producido un superávit de 5.300 millones de euros, un 0,35% del PIB. Pero es mero humo, pues el impacto real de la crisis en los gastos no ha empezado a contabilizarse y cuando llegue la factura del pago de las prestaciones por desempleo ese superávit quedará reducido a la nada. Igual sucede con la recaudación en Sociedades, que, a pesar de ser una figura tributaria especialmente sensible a la crisis, ha aumentado un 7,3%. Esto se explica en que el primer pago fraccionado se produce en abril y para entonces se conocerá el verdadero efecto de la recesión sobre las cuentas de las empresas.

A pesar de las sombrías perspectivas que arroja el comportamiento del IVA y, en menor medida, del IRPF, Ocaña insistió ayer en que el año terminará con un déficit del 5,8%. Eso sí, advirtió que la predicción queda a expensas de cómo evolucione el empleo. Y de momento, apunta mal incluso con los 63.000 empleos creados por el plan de obras municipales. Sería una alegría, además de una sorpresa, que el Ministerio de Economía acertase en su pronóstico. De hecho, Bruselas cifra el déficit en un 6,2% y ya hay voces que hablan incluso de que puede alcanzar el 8%.

La recesión justifica la necesidad de incurrir en fuertes déficits y España no es la excepción, lo que ha obligado a la Comisión Europea a ser flexible en el cumplimiento del límite del 3%. Ayer anunció que amplía hasta 2012 el plazo para que España vuelva a esa senda. Pero, a tenor de la magnitud del déficit, el Gobierno debería presentar lo antes posible un plan para reconducir las cuentas. Y para ser creíble, debe ajustarlo desde ya mismo. Para empezar, no tienen sentido gastos como los 6.000 millones que costará la rebaja de los 400 euros del IRPF o la ayuda por hijo. La rebaja de los carburantes y del euríbor aportan más liquidez a las familias que esas dos medidas y la disciplina fiscal bien justifica el coste político de rectificar errores.

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